Calixto III se vio forzado a tomar acciones extraordinarias para frenar la influencia nefasta que el cometa Halley podría traer sobre Europa. Ésta es su historia.
Era inmenso. Un haz de luz gigantesco y desconocido en el silencio de la bóveda celeste. No, no era la estrella de Belén. De hecho, no se trataba de ningún fenómeno natural que la ciencia aceptada por Iglesia Católica hubiera descrito antes. En medio de un conflicto internacional con el Imperio Otomano, el papa Calixto III entendió esto como un mal presagio mandado por Dios. Naturalmente, la gente sintió miedo.
Era 1475. La era de las cruzadas todavía no terminaba. Por el contrario, las tensiones con el Imperio Otomano iban a la alza, después de la caída de Constantinopla en manos árabes. En ese contexto, el cometa Halley pasó muy cerca de la Tierra —y Europa tembló. Esta es la razón.
Una situación delicada

No era la primera vez que la aparición del cometa Halley había traído malas noticas para Europa. Años antes, el día anterior de la Batalla de Hastings en 1066, la misma luz poderosa se presentó en la noche. Al día siguiente, el rey anglosajón sería terriblemente derrotado frente a los normandos, según explica la corresponsal de ciencia Jess Romeo para JStor.
Este antecedente era bien conocido por los historiadores en el Vaticano. Por esta razón, Calixto III se puso muy nervioso cuando la misma luz extraña se presentó en el cielo nocturno. Era verano y Constantinopla ya había caído en manos de los otomanos. El sultán no miraba con buenos ojos la presencia de tropas europeas en su territorio, por lo que reunió sus recursos para someter al Reino de Hungría.
Por esta razón, la ciudad de Belgrado estaba sitiada con presencia árabe. A pesar de que Europa contaba con algunos de sus mejores defensas en ese frente, parecía que los turcos venían mejor armados. El cometa Halley pasó cerca de la Tierra en medio de esta situación delicada. Al día siguiente, Calixto III tocó las campanas de su iglesia, llamando a la feligresía a orar por los cruzados en Hungría.
Les pidió que rezaran el Ángelus a mediodía, una oración por los soldados en el frente húngaro. Desde entonces, la Iglesia Católica conserva esta costumbre.
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¿Malas noticias para Calixto III?

Los cometas no tenían una historia sana con la Europa medieval. Por el contrario, explica Romeo, se les consideraba como elementos malignos, que traían desgracias sobre el mundo y cambiaban el curso de la historia: “En Roma, los cometas eran objeto de temor y adoración”, explica la autora. Lo que es más: causaban terror al punto que la gente se escondía para evitar que la influencia de estos fenómenos naturales les alcanzara.
A pesar de que no existe evidencia suficiente de que los cometas influyan el destino de las personas, los telescopios no se inventaron hasta 1608. En el siglo XV, por lo tanto, Europa y Occidente en general miraba con malos ojos la aparición de este tipo de movimientos celestes. Más aún cuando existían tensiones políticas tan ácidas como las que había en ese momento con el mundo árabe.
Con todo lo anterior, Calixto III se vio forzado a tomar acciones extraordinarias para frenar la influencia nefasta que el cometa Halley podría traer sobre sus tropas en Hungría. La noche que se apareció en la bóveda celeste, pensando en el bien de la cristiandad, se convertiría en el único papa en excomulgar a un objeto celeste.
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Expulsión perpetua

Todo el mundo había visto al cometa Halley. La tensión política con los otomanos se mezcló con la histeria colectiva de un mal augurio. Hambre, muerte, guerra: la gente esperaba cualquier cosa después de aquel presagio nefasto, aparecido en medio de la noche. Al día siguiente, el papa había pedido una oración especial por sus tropas frente a los árabes. Algo andaba notablemente mal.
En una biografía póstuma escrita sobre Calixto III, Pierre-Simon Laplace asegura que el papa excomulgó al cometa Halley la noche previa al término de la batalla de Belgrado. Aterrorizado ante la posibilidad de que las tropas europeas fueran vencidas, según el autor, el dirigente de la Iglesia Católica prefirió expulsarlo de la cristiandad antes de sufrir las terribles consecuencias de su aparición en la bóveda celeste.
La batalla en Belgrado se convirtió en un episodio sangriento y violento en la historia de las cruzadas. Después de varios días de conflicto armado, el líder de los otomanos, Mehmed II, levantó el asedio y optó por retirarse con sus tropas. Después de ese día, las fronteras europeas se estabilizarían durante más de 500 años. Así, también, se frenaría el avance árabe en el continente.
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