Después de décadas de interactuar con elementos radiactivos, los cuadernos de Marie Curie están resguardados en un sótano hermético en Francia.
La Biblioteca Nacional de Francia tiene entrañas de plomo. Recubiertas con varias capas de metal, están diseñadas para contener la energía que emiten los primeros registros escritos a mano a propósito de la radiación. Ni siquiera los documentos más raros y antiguos que alberga la institución están resguardados con tanto recelo: sólo los cuadernos de Marie Curie cuentan con esta protección minuciosa y hermética. Ésta es la razón.
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Información radiactiva

Marie Curie no sabía que, al trabajar con radio y polonio, tendría que protegerse de la radiación. Por el contrario, su laboratorio inicialmente estaba en casa, en un estudio adaptado en el que trabaja con su esposo. Por ello, ni ella ni su marido observaron las precauciones que hoy se toman al trabajar con estos elementos inestables, que inciden en los tejidos de los órganos.
Durante años, Marie Curie describió el comportamiento de ambos elementos en sus cuadernos. Escritos a mano, todos sus descubrimientos quedaron impresos en papel común y corriente. Después de décadas de investigación, esta información le ganó el primer Premio Nobel otorgado a una mujer en la historia, en las categorías de Química y Física de 1903.
Sin saberlo, llevaba en sus bolsillos tubos de ensayo con isótopos radiactivos, que interactuaron intensamente con su organismo por años. Mientras realizaba pruebas de rayos X en el los hospitales militares, sólo llevaba puesto un vestido y guantes. Lo mismo sucedió con todas sus anotaciones que, expuestas tan constantemente a la radiación, quedaron impregnados con estas sustancias nocivas. Eventualmente, su cuerpo cedió.
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¿Quién tiene acceso a los cuadernos de Marie Curie?

El esposo, la hija, el yerno y los cuadernos de Marie Curie fueron duramente influimos por la exposición alta y desprotegida a la radiación de polonio y radio. La científica, incluso, nombró a uno de estos dos elementos en honor a su país de origen. 20 años después de haberse llevado el Nobel, sin embargo, la mujer tenía una anemia aplásica avanzada, que le quitó la vida en 1934.
Un año más tarde, su hija se llevó el Nobel junto con su marido por descubrir la radiación artificial. Trabajó con base en los cuadernos de su madre para basar su propia investigación, que dio múltiples frutos. Aún así, ella misma y su familia padecieron los efectos de trabajar con estos elementos sin protección.
Para evitar que más personas sufran el mismo destino, al fallecer Irene Curie, la Biblioteca Nacional de Francia confeccionó un resguardo especial para los cuadernos de Marie Curie. Con varias capas de plomo, para contener la actividad isotópica, construyeron un sótano para resguardar adecuadamente el trabajo vitalicio de la científica.
Para los investigadores que quieren tener acceso a esta información, la biblioteca requiere de una firma en un “consentimiento en el que se exima a la institución de cualquier responsabilidad“, según explica la BBC. No sólo eso: es necesario entrar con trajes especiales, que les protejan lo más posible de la radiación. Este protocolo, según se estima, estará en vigor durante al menos 1,500 años.
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