No se trata de una película de Hollywood, sino de una de las historias más inverosímiles de la Segunda Guerra Mundial. La Operación Fantasía de los EEUU intentó bajar la moral de los japoneses con un elemento sorpresa: zorros radiactivos.
Corría 1943 y la urgencia de ganar la guerra a como diera lugar se instalaba en la mente de los estadounidenses. El ataque japonés a Pearl Harbor provocó una declaración de guerra de EEUU que no sólo se valió de todo el arsenal militar norteamericano, también de estrategias psicológicas que tenían la intención de bajar la moral del enemigo.
Una de las mentes detrás de estos planes era Ed Salinger, estratega de guerra psicológica para la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), órgano de inteligencia de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial previo a la CIA.
Según la historia rescatada por John Lisle para The Smithsonian Magazine, antes del conflicto bélico, Salinger había sido un empresario exitoso que mantenía relaciones comerciales con Japón y por lo tanto, conocía la cultura nipona de primera mano. Esta experiencia unida con una gran dosis de imaginación, le llevó a formular uno de los planes más inverosímiles de la Segunda Guerra Mundial: la Operación Fantasía.
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Al margen de las distintas técnicas para intimidar a los prisioneros y los métodos de tortura psicológica que inauguraron una serie de tecnologías que se mantendrían durante toda la Guerra Fría, Salinger imaginó una novedosa estrategia para ‘bajar la moral del enemigo’:
La Operación Fantasía consistía en capturar zorros y hacerlos pasar por kitsune, una criatura del folklore japonés que vive en los bosques e impone sabiduría y respeto.

En la tradición nipona, los kitsune son espíritus que poseen habilidades mágicas y se hacen más sabios con el paso del tiempo, además de que pueden transformarse en mujeres jóvenes para pasar desapercibidos.
La extraña idea de Ed Salinger fue descrita por él mismo en 1943, quien explicaba que la Operación Fantasía “se basa en el hecho de que el japonés moderno está sujeto a supersticiones, creencias en espíritus malignos y manifestaciones antinaturales que pueden ser provocadas y estimuladas”.
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El plan era asustar tanto a soldados como a civiles japoneses y de una manera que no queda del todo clara, conseguir alguna ventaja en el conflicto bélico. No obstante, la Operación Fantasía fue aprobada y contó con un presupuesto que rápidamente se enfrentó con el verdadero problema de fondo: ¿cómo crear y controlar zorros que asusten al ejército y los habitantes de Japón?
Las primeras propuestas barajadas por la OSS incluyeron intentos de crear figuras inflables con forma de zorros que sobrevolaran las principales ciudades japonesas con ayuda de una compañía que desarrollaría el olor característico de este mamífero y hasta su sonido, para reproducirlo cuando los globos hicieran su aparición.
Por supuesto, después de pruebas piloto, la idea de los inflables fue cancelada y Salinger propuso seguir al pie de la letra su plan original: capturar zorros en China y Australia, pintarlos con algún spray o pigmento que los hiciera brillar en la oscuridad y una vez listos, soltarlos en Japón.
Por más increíble que parezca, la Operación Fantasía siguió su desarrollo con ayuda de químicos, veterinarios y toda clase de profesionales.
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El mayor obstáculo para la OSS era encontrar una pintura capaz de hacer a los zorros fluorescentes; sin embargo, la Corporación Americana de Radio ofreció una solución arriesgada. Se trataba de pintura que brillaba en la oscuridad, con un único problema que la organización prefirió pasar por alto: contenía radio, una sustancia cuyo daño en el organismo en ese entonces no estaba comprobado científicamente.
Lo que Salinger y la OSS ignoraban es que la exposición a este elemento químico contaminaría a los animales de forma irreversible, creando zorros radiactivos.
Después de probar la pintura en mapaches con éxito, Salinger y la OSS hicieron una primera prueba y soltaron a 30 ejemplares de zorros en el Parque de Rock Creek en Washington, D.C. a la espera de conocer las reacciones de quienes encontraran a estos animales en su camino.

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La lógica de Salinger estimaba que si estas criaturas lograban asustar a los estadounidenses, el efecto sería aún más impactante en los japoneses. Pero aún quedaban algunos problemas por resolver: ¿Cómo dejar a los zorros en la isla sin ser detectados y sobre todo, cómo guiarlos hacia las personas?
Para responder estas preguntas, el equipo a cargo de la Operación Fantasía realizó un simulacro de descenso a unos metros de la costa en la bahía de Chesapeake, para dejar que los zorros nadaran y alcanzaran tierra firme japonesa.
Para su sorpresa, el ensayo parecía ser un éxito: después de apagar los motores de un bote, los zorros arrojados al agua nadaron con desesperación hasta alcanzar la orilla. Sin embargo, el descontento fue mayúsculo cuando una vez en la playa, la mayoría de la pintura se había ido.
La obstinación de la OSS y Salinger para hacer funcionar el plan a como diera lugar alcanzó extremos insospechados: ante la imposibilidad de llevarlos por agua, los zorros debían ser lanzados por aire y caer en tierra firme, pero ¿cómo dirigirlos hacia un objetivo, si no existía ejemplo alguno de domesticación en este animal salvaje?
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Aunque la OSS propuso llegar al límite y pintar animales salvajes de los bosques japoneses y hasta incluir una figura de cráneo humano sobre sus lomos para que el efecto fuera completamente terrorífico, la Operación Fantasía fue cancelada después de las pruebas fallidas.
En un comunicado, la OSS explicó su imposibilidad y el abandono de la misma: “Existen muchas dificultades que deben superarse antes de que el plan pudiera ponerse en práctica”.
Vince Houghton, historiador y curador del International Spy Museum describe el fracaso del plan en Smithsonian Magazine términos de la ignorancia del OSS y la forma en que subestimaron la cultura oriental:
“La amplitud del racismo, el etnocentrismo y el desprecio general por la cultura japonesa que tuvieron muchos, si no es que la mayoría, de los principales líderes militares, de inteligencia y políticos estadounidenses”.
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