El origen de los vampiros va más allá de historias como Drácula, de Bram Stoker, este tiene que ver con plagas, enfermedades y el temor de las comunidades.
Uno de los personajes más populares de Halloween son los vampiros pero cuál es su origen. Los hemos visto como protagonistas de muchas novelas, películas e incluso series de televisión.
Actores como Gary Oldman han aceptado la responsabilidad de personificar a este personaje en filmes como Drácula, de Bram Stoker (1992), dirigida por Francis Ford Coppola. En México, el actor Germán Robles (1929-2015) le dio vida al famoso vampiro en diferentes producciones cinematográficas y teatrales durante décadas.
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El personaje del vampiro no es algo que inventó Bram Stoker cuando publicó Drácula en 1897; ya existían rumores de su existencia por lo que en la actualidad se pueden encontrar cadáveres a los que se les dio sepultura con una estaca clavada en el corazón.

¿Qué es un vampiro?
Un vampiro es una criatura que se alimenta de la sangre de otros seres vivos; incluso para algunas culturas se trata de un ser diabólico.
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A los vampiros modernos se les representa con colmillos, sedientos de sangre humana y sin reflejo en los espejos, además de que se pueden combatir con ajo o atravesándoles una estaca en el corazón y no soportan la luz del Sol.

A pesar de que las leyendas sobre vampiros datan de hace siglos, el concepto que actualmente conocemos de estos seres de la oscuridad se fue desarrollando a través de diversas creencias y tradiciones establecidas en Europa que partieron del temor de que los muertos, luego de ser enterrados, podrían seguir causando daño a los vivos.
Origen de los vampiros
El origen de los vampiros tiene que ver con la profanación de tumbas. En algunos países de Europa del Este se desenterraba a las personas de las que se tenían sospechas y, en muchos de los casos, supuestamente se les encontraban restos de sangre en la boca.
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Pero estos signos en un cadáver tienen una razón científica ya que, al contraerse la piel de un cadáver los dientes y uñas de este pueden parecer más largas. Además de que la descomposición de los órganos provoca que un líquido oscuro (llamado líquido de purga) escape por la nariz y la boca.
Así que lo que estas personas encontraban no era precisamente sangre.

Durante siglos, los vampiros estuvieron asociados a la propagación de enfermedades y plagas por lo que matando supuestos vampiros estas se erradicarían. Es por ello que se han encontrado cadáveres de supuestos vampiros entre los restos de las víctimas de plagas.
En 2016, un grupo de arqueólogos en Venecia, Italia, encontró un cráneo del siglo XVI sepultado entre las víctimas de una plaga, con un ladrillo en la boca esto para que no abandonara la tumba en busca de sangre para alimentarse.
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En 2018, en Bulgaria se encontró un vestigio similar: los restos de un cuerpo del siglo XIII que fue sepultado con una estaca de metal en el pecho —a la altura del corazón— y sin una parte de su pierna izquierda. Esto para evitar que huyera de su última morada.
Ese mismo año, un equipo de investigadores de la Universidad de Alabama, estudiaron los restos de varias personas enterradas con cuchillos alrededor del cuerpo, piedras en la bocas y otros objetos en un cementerio de Polonia.
Los científicos llegaron a la conclusión de que eran habitantes de la localidad y que fueron las primeras víctimas de un brote de cólera. El desconocimiento de la enfermedad hizo creer que eran vampiros que traían consigo enfermedades que se propagaron.
¿Cómo es un vampiro?
Existen diferentes descripciones sobre la fisionomía y características de los vampiros, estas dependen del folclor de cada cultura aunque muchas de estas historias y leyendas coinciden en que son seres que es encuentran en un estado entre la vida y la muerte, es decir, murieron y fueron revividos —pero eso no quiere decir que sean zombies—.
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En Rumania consideraban que los vampiros eran hombres delgados, pálidos con uñas largas y colmillos puntiguados, esto para clavarlos en el cuello de sus víctimas. También las leyendas aseguran pueden adoptar la forma de animales para camuflarse, de ahí que se les asocie con los murciélagos.
Esta descripción de los vampiros se hizo popular durante los siglos XVII y XVIII gracias a que comenzaron a publicarse muchas historias de ficción sobre estos personajes, principalmente, en el sur y oriente de Europa.
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Algunas de las novelas que reavivaron el temor por el ataque de vampiros fueron El Vampiro (1819), de John William Polidori, considerado el creador del género del vampiro romántico, la novela corta Carmilla (1872), de Sheridan Le Fanu, y Drácula (1897), de Bram Stoker, que sentó las bases para muchos escritores que han desarrollado literatura fantástica sobre este personaje.
A mediados del siglo XVIII, el papa Benedicto XIV calificó a los vampiros como “ficciones falaces de la fantasía humana”, mientras que la reina de Habsburgo, María Teresa, condenó esta creencia como superstición y fraude.
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El temor por los vampiros continuó en el siglo XIX principalmente en Nueva Inglaterra, Estados Unidos.