La creación de los panteones modernos, tal y como los conocemos hoy, está ligada a la historia de la religión cristiana.
La creación de los panteones modernos, tal y como los conocemos hoy, está ligada a la historia de la religión cristiana. Las catacumbas o tumbas subterráneas no eran suficientes para dar cabida a los mártires que defendían la fe en el hostil Imperio romano. Con las donaciones de personas ricas que se habían convertido a la religión, los cuerpos se inhumaron en terrenos amplios, donde fueron dispuestos altares y capillas para las ceremonias. Conforme el cristianismo fue ganando adeptos y se construyeron las primeras iglesias, surgió la idea de sepultar a las personas en sus inmediaciones como una forma de facilitar su salvación. Eso explica por qué algunos de los panteones o cementerios más famosos se encuentran en los alrededores de los templos cristianos, la célebre ?tierra consagrada? que se negaba a quienes, como los suicidas, habían muerto en pecado. Algunas personas conseguían incluso que las enterraran dentro de las propias iglesias, como podemos observar en muchos templos mexicanos correspondientes a la época colonial.
Estos elementos básicos se hallan en el origen de la cultura funeraria que se extiende hasta nuestros días. El cementerio más grande del mundo es el de Wadi Al-Salaam, un panteón islámico situado en Irak y aún abierto a las inhumaciones. Cada año se depositan ahí medio millón de cadáveres, y en sus seis kilómetros hay un número incalculable de difuntos, que se estima en varios millones. Otros cementerios se distinguen por la calidad de sus ocupantes, como ocurre en el Père Lachaise de París, inaugurado en el siglo XIX, uno de los más famosos del mundo y donde se encuentran grandes celebridades, como el compositor Frédéric Chopin, la cantante María Callas y el pintor Eugène Delacroix.

