En la Edad Media, los cocodrilos disecados, las serpientes o los restos de ballenas eran parte de la decoración de las iglesias de Europa.
Además de las estatuas de santos, las pinturas o esculturas con temas marianos y escenas bíblicas, las iglesias de la Edad Media tenían en su interior un elemento poco común en nuestros días: reptiles gigantes.
En distintas regiones de España, Francia e Italia, la presencia de cocodrilos colgados de la nave principal, expuestos a un costado del altar principal dentro de vitrinas o empotrados en la pared, era una imagen común para los creyentes, pero…
¿Por qué se colgaban lagartos en las iglesias y de dónde provenían?

La teoría más popular indica que los cocodrilos y otros reptiles colgados sobre templos medievales están relacionados con el significado que poseían para el pensamiento cristiano.
Tanto los cocodrilos como las serpientes y otros reptiles (reales o mitológicos) encarnan la lucha del bien contra el mal en la mitología cristiana. Las referencias de serpientes como representación del pecado aparecen desde el Génesis en la Biblia y son parte de una tradición que considera a los reptiles como una encarnación de Satanás.
Para los europeos, el cocodrilo se trataba de un animal exótico, únicamente accesible cruzando el Mediterráneo en África o Asia. Las leyendas de cocodrilos gigantes que asediaban el Nilo y eran venerados por culturas lejanas sumaron a la imagen feroz e implacable de este animal.
En el siglo IX, la leyenda de San Jorge y el dragón cobró fama en toda Europa, una clara alegoría a la lucha de la Iglesia Católica contra el paganismo, la herejía y el mal. Este hecho pudo haber motivado la creciente costumbre de colgar lagartos disecados en los templos, como una analogía del triunfo del bien y la derrota del demonio al interior de las iglesias.

Una versión distinta asegura que durante la Edad Media, los europeos creían que los cocodrilos eran incapaces de producir sonido alguno. Este silencio permanente, aunado a su habilidad para moverse con sigilo en cualquier condición pudo haber inspirado su figura como una guía del comportamiento ejemplar dentro de una iglesia.
La mayoría de ejemplares fueron llevados a España, Italia y Francia desde Egipto y en un momento tardío durante el siglo XVI, se importaron algunos caimanes desde América como exvotos de expediciones que habían lidiado contra estos animales en el ‘Nuevo Mundo’ y los habían llevado de vuelta como símbolo de agradecimiento tras salir bien librados de un encuentro con ellos.
En Italia, la Iglesia de Santa María de Gracia en Mantua aún conserva a un cocodrilo disecado que cuelga de lo alto de su bóveda, mientras que en España, la misma imagen se repite en la Catedral de Sevilla y la Parroquia de San Ginés, en Madrid. En templos de Castilla y León, Cataluña y otras provincias españolas también es posible encontrar ejemplares como un recordatorio de la representación simbólica de los reptiles durante el Medievo.
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