La proporción áurea ha sido descrita como la clave para entender el cosmos, y su uso se remonta al esplendor de la Grecia Clásica.
A lo largo de la Historia, la proporción áurea ha contribuido a los avances técnicos y artísticos de la humanidad. Desde la arquitectura y la música, hasta la producción plástica de diversas culturas, se ha empleado para embellecer las creaciones del ser humano. En el siglo XVI, el matemático Luca Pacioli la nombró como la proporción divina.

Sin embargo, su uso se remonta a la Antigüedad, durante el esplendor de la Grecia Clásica. Phi (Φ), como se le denota en lenguaje matemático, se ha manifestado desde tiempos inmemoriales en las matemáticas y en el Universo. A pesar de que esto es cierto, no se tiene un registro exacto de cuándo se descubrió y se empezó a usar por primera vez. Esto explica porqué en diversas culturas ha adquirido diversas nomenclaturas.
Uso en la Grecia Clásica
Esta proporción nace de una búsqueda casi cultual de encontrar la perfección en las formas del entorno. Parte de la base de que dos o más elementos se encuentran en proporción áurea cuando guardan una relación armónica entre sí y con el resto de los elementos en el espacio.

Euclides es el primer autor occidental del que se conserva una definición sobre la proporción áurea. En Elementos, un tratado de trece volúmenes sobre geometría y aritmética, la describe como sigue:
“Se dice que una recta está dividida en media razón y extrema razón cuando la longitud de la línea total es a la de la parte mayor, como la de esta parte mayor es a la de la menor”.
Esta fórmula dio a científicos, arquitectos y escultores por igual un orden estético y compositivo para realizar sus obras más importantes. Uno de ellos, sin duda, fue Fidias (500 a.C – 432 d.C), quien aplicó phi al diseño de esculturas para el Partenón de Atenas.
Otro de los usos que se le dio durante el esplendor del pensamiento clásico fue en la filosofía. Platón (428 a.C – 347 d.C), en el Timeo, consideró que la proporción áurea era la clave para entender el cosmos, en tanto que era la razón matemática más vinculada a la naturaleza.
Aplicación en el arte
También conocido como el número de oro, fue una de las herramientas matemáticas más poderosas que los griegos utilizaron para embellecer sus ciudades y templos. En la época, incluso, se planteó un canon en torno a phi, considerada como la fórmula matemática de la perfección.
Uno de los ejemplos más claros se encuentra en el Doríforo, del escultor Policleto. Siguiendo la lógica del canon, la escultura plantea al cuerpo humano perfecto: su altura es ocho veces el tamaño de la cabeza, como indicaría la proporción áurea. El mismo razonamiento estético se aprecia también en la Venus de Milo.

La razón de oro no sólo sirvió en el terreno artístico. Por el contrario, diversos países de Europa recuperaron este conocimiento durante el Renacimiento y lo trasladaron a la astronomía y a los avances físicos del momento. Al día de hoy, sigue siendo un referente para encontrar la justa medida en la composición de obras de arte y en las matemáticas por igual.
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