Transcurren los siglos y , a pesar de los cambios en prácticas y rituales que se han generado, la muerte continúa siendo un fenómeno que inquieta, aterra e intriga a los seres humanos de todas las culturas.
Todos los organismos vivos están condenados al cese total de sus funciones vitales. Ocurre en plantas y animales.
Sin embargo, en el caso de los seres humanos, la muerte ha estado rodeada por un halo de misterio y superstición que la han convertido en un complejo asunto asociado a diversas prácticas culturales; en especial a la religión. Aunque siempre se le consideró un eje de la cultura occidental, en el último siglo ha despertado un interés sin precedentes. Hasta hace cien años la muerte no era objeto de estudios científicos o especulaciones biológicas. En la época moderna se convirtió en un asunto central para varias disciplinas, incluso dio origen a un área especial de estudio, la tanatología, enfocada en el acto de morir y los mecanismos psicológicos comprometidos en ello. Adquirió relevancia a partir de la publicación de libros como El significado de la muerte, editado por Herman Feifel en 1959; La psicología de la muerte, publicado por Robert Kastenbaum y Ruth Aisenberg en 1972, y las obras de la doctora Elisabeth Ku?bler-Ross. Además de indagar las fases psicológicas involucradas en la asimilación de las muertes ajenas, la tanatología examina asuntos como el significado y el manejo del duelo y las cuestiones morales y éticas de la eutanasia. Por otra parte, aborda temas tan diversos como la noción de alma, las prácticas y ritos funerarios de las primeras civilizaciones, la ubicación de los cementerios en distintas etapas históricas y las nuevas dificultades para definir el concepto, advertidas ya en la Historia Natural de Plinio el Viejo, quien dijo: ?Tan incierto es el juicio de los seres humanos que ni siquiera pueden determinar lo que es la muerte?.
En el último siglo la cultura ha visto una serie de cambios significativos en las actitudes públicas con respecto a la muerte.

