El Grito de Hidalgo es el acto que da inicio a la Guerra de Independencia y por lo tanto, el momento más decisivo en la conformación del estado mexicano, pero… ¿qué pasó exactamente la madrugada del 16 de septiembre?
La historia oficial asegura que durante la madrugada del 16 de septiembre, Miguel Hidalgo y Costilla repicó las campanas de Dolores e hizo un llamado al levantamiento del pueblo para luchar por su Independencia de la Corona española.
El nacimiento de una tradición
El primer ‘Grito’ que conmemoró la gesta iniciada por Hidalgo ocurrió en 1812, un año después de la muerte del cura, Aldama, Allende y los pioneros en la lucha por la Independencia. El evento fue organizado por Ignacio López Rayón (secretario de Hidalgo, militar y político que vivió toda la Guerra de Independencia) y tuvo lugar en Huichapan, Hidalgo.

Un año más tarde, José María Morelos y Pavón escribió en los Sentimientos de la Nación su deseo por “solemnizar el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa Libertad comenzó”.
El poder de la imagen de Hidalgo arengando al pueblo es tal, que cada año desde 1824 se lleva a cabo una representación del ‘Grito’ en las plazas públicas de todo el país. El evento es una de las comparecencias públicas más importantes del Presidente de México y durante décadas, fue la única en la que el titular del Ejecutivo se presentaba ante una multitud.
¿Qué gritó Miguel Hidalgo en septiembre de 1810?
Sin embargo, no existen fuentes históricas directas de testigos que dejaran constancia de su presencia en la madrugada del 16 de septiembre frente a la Parroquia del pueblo de Dolores. De ahí que este momento cumbre para la mexicanidad se alimente de un sinfín de mitos, versiones encontradas y contrasentidos que hacen de lo ocurrido aquella madrugada un auténtico misterio.

Y aunque las versiones más populares coinciden en que el Grito de Hidalgo ocurrió en la madrugada del 16 de septiembre, la evidencia sugiere que no fue uno, sino hasta tres discursos breves los que dio Miguel Hidalgo poco antes del amanecer, el primero en su casa y otro más, el más citado, en la escalinata del atrio de la Parroquia.
Por lo tanto, la misión de reconstruir la arenga de Hidalgo es casi una misión imposible. La versión de Juan Aldama, probablemente la más cercana, asegura que el grito no incluyó a Fernando VII ni a la Virgen de Guadalupe y en su lugar, el cura gritó:
“¡Viva América!, ¡Viva la religión y que muera el mal gobierno!”
Una más, presentada por Fray Diego de Bringas, asegura que después de algunas frases para explicar la opresión de los criollos y la necesidad imperante de liberación, Hidalgo declaró su fervor por Santa María de Guadalupe y lo acompañó con un:
“¡Viva la América!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la religión y mueran los gachupines!”
Aquél día sonó el cencerro (que no la campana) más temprano que de costumbre; sin embargo, la multitud que celebraba la fiesta patronal de la Virgen de Dolores no se agrupó rápidamente como si se tratara de un mitin pactado previamente. En realidad, es más probable que con el sonido del cencerro, mientras se acercaba la hora de misa y conforme amanecía, cada vez más personas se acercaran a la Iglesia para enterarse de lo que sucedía.
Según Paco Ignacio Taibo II, la sublevación (que para entonces alcanzó cerca de 600 efectivos armados con palos, piedras y machetes en su mayoría) partió cerca de las 11 de la mañana de Dolores con rumbo a San Miguel, donde los simpatizantes se multiplicaron y enfilaron hacia Celaya. El resto, es historia.
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