El canto de aves, el chiflo del afilador o el paso del tren son los que más evocan los mexicanos
Los adultos jóvenes y mayores lo recordarán mejor: de pronto, en la esquina de alguna colonia, un fuerte chillido melódico rompía el ritmo cotidiano para llamar a disfrutar un camote caliente con leche azucarada, y desde una bicicleta modificada (se desplegaba y se convertía en un torno) alguien recorría la calle tocando un chiflo de plástico (una variedad de flauta de pan) anunciando sus servicios de afilador.
Otro joven golpeaba un triángulo de metal para que las señoras sacaran sus ollas de peltre agujeradas para que él las soldara… El organillero, el merenguero con el ‘hay mereeeeengues’ y sus volados; las ofertas en los mercados para las marchantas… son algunos de los sonidos de las grandes ciudades de México que poco a poco se apagan (apenas vibran en los aires que en la actualidad corren), como quizá lo han hecho ya los personajes que los soltaron hace algunos años, esos que de pronto se aparecen de manera sorpresiva como despistados fantasmas que se niegan a diluirse por completo… aún.
A través de Internet, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes aplicó una encuesta en la que preguntó a los cibernautas mexicanos (también hubo respuesta desde Estados Unidos y Chile) cuál era el sonido que más extrañaban, en tres categorías: sonidos de la naturaleza, los producidos por el hombre y los derivados de la tecnología.
El canto de aves como el tzenzontle, gallos, golondrinas, jilgueros y canarios; el chiflo del afilador de cuchillos, el grito de los vendedores de merengues, y el ruido del paso del tren (hoy sólo existen tres rutas turísticas cortas, y algunos convoyes de carga) con toda el aura romántica que evocaban, fueron los que más recordaban quienes respondieron a la encuesta, denominada ‘Ya no se escucha’.
Aunque cada sonido que desaparece lleva consigo la extinción de algo, por fortuna muchos de estos sonidos son resguardados por la Fonoteca Nacional, en un archivo que comenzó hace dos años y que es el primero en su tipo en América Latina, a decir de su director, Álvaro Hegewisch. Al momento tiene ya más de 20,000 horas de sonidos digitalizados y casi 400,000 documentos sonoros.
¿Tú cuál extrañas más?

