Las Völva se distinguían por sus atuendos coloridos pero, sobre todo, por el uso de un bastón o varita para llevar a cabo su magia.
Sobre ellas se decía que dominaban el seiðr (magia nórdica) y que hablaban directamente con Odín, padre de los dioses. Las völva eran hechiceras, chamanas o brujas itinerantes de las antiguas sociedades nórdicas, que tenían la capacidad de ver el futuro. Por ello es que sus servicios eran tan solicitados y bien remunerados.
La práctica de la magia nórdica estaba asociada al dios Odín y la diosa Freyja: diosa del amor, la belleza, la fertilidad y el sexo, pero también de la guerra y la muerte.

La portadora del bastón o la varita
El atuendo típico de una völva eran sus llamativos vestidos de colores. También llevaban guantes y un sombrero de piel de gato. Sin embargo lo que más las caracterizaba era un hermoso bastón o varita decorada, accesorio importante para llevar a cabo su magia. De hecho, völva probablemente significa “portadora de bastón o varita”.
Se dice que las völva vivían en zonas apartadas de la civilización y eran buscadas en tiempos apremiantes (guerras, hambrunas, enfermedad, etcétera) para pedirles su consejo y consultarles sobre el futuro.
Otras de las grandes capacidades de las völva era que se comunicaban con los espíritus. Lo hacían mediante cánticos rituales, los cuales estaban dotados de una gran belleza para atraer a esas entidades sobrenaturales. Si los espíritus estaban satisfechos con la canción, ayudarían a la völva a predecir el futuro o a ver el pasado.
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Referencias literarias
En el poema épico Völuspá (Profecía de la Völva) se cuenta la historia de la creación del mundo hasta el Ragnarök (“El Crepúsculo de los Dioses”), es decir el final de los tiempos, según la religión nórdica. El relato es contado por una bruja que habla dirigiéndose a Odín.
En la saga de Erik el Rojo encontramos una descripción de la Thorbjörg Lítilvölva, völva que vivía en Groenlandia:
“Así, cuando llegó por la noche, acompañada por el hombre que había sido enviado a encontrarse con ella, estaba vestida de la siguiente manera: se cubría con un manto azul, con cordones para el cuello e incrustado con gemas hasta llegar a la falda. En el cuello llevaba cuentas de vidrio. Cubría su cabeza con una capucha negra de piel de cordero, forrada de armiño.
“Llevaba una vara en su mano, rematada por un pomo; ésta se encontraba adornada con bronce e incrustaciones de piedras preciosas en torno al pomo. Se ceñía con una faja de pelo suave, y en ella llevaba una gran bolsa de piel en la que guardaba los talismanes que iba a necesitar, según su sabiduría.
“En los pies llevaba peludos zapatos de piel de becerro, con largas correas de fuerte aspecto para atarlos, y grandes herretes de bronce en sus extremos. En las manos llevaba guantes de piel de armiño, de color blanco y peludos por dentro”.
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Restos de völvas
La veneración que existía hacia las brujas nórdicas se puede apreciar en los ajuares funerarios hallados a lo largo de la historia. En el enterramiento del barco de Oseberg, se encontraron los restos de dos mujeres (una de unos 70 a 80 años, y la otra de 50) ataviadas con un inmenso ajuar funerario. Se cree que una de ellas pudo haber sido una hechicera o völva.
En la tumba se encontraron cuatro trineos, un carro ricamente decorado, siete camas y varios tapices tejidos. Había también huesos de animales como caballos, gatos, toros, vacas y perros.
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