¿Qué necesitas para convertirte en una celebridad científica? Hacer un descubrimiento superimportante o ser el primero en descifrar algo que queríamos saber todos. Los mininos de los que te vamos a contar no descubrieron nada pero se volvieron muy famosos científicamente hablando. Por Ariadna Rábago (Ary Snyder)
Mininos fluosforolocos
O mejor dicho, fluorescente. Imagina un gato que brilla en la oscuridad. ¡Con razón saltó a la fama! En 2011, la Clínica Mayo modificó genéticamente a este gato no para evitar que te tropezaras con él en la noche, sino como parte de investigaciones para curar el sida.
Los científicos introdujeron en los óvulos de una gata un gen con una proteína bioluminiscente de medusa (la que los hace brillar) y otro con una proteína que combate al virus de la inmunodeficiencia felina (la versión gatuna del VIH). Cuando tuvo mininos, éstos nacieron bioluminescentes, y si tenían ese gen, tenían el otro. No hemos curado el sida (ni en los gatos), pero los científicos han producido otros animales que brillan: cerdos, perros, ratones y peces.

El gato biónico
Óscar es un gato negro que por un accidente en 2009 perdió ambas patas traseras. Sin embargo, un veterinario se interesó en su caso porque era el ideal para una operación que jamás se había realizado: ponerle implantes, elaborados específicamente para él, en los que la piel y el hueso crecen. Estos protésicos, desarrollados combinando ingeniería mecánica y biología, tienen estructura tipo panal que permite que la piel se junte con el implante previniendo infecciones. Ahora Óscar ha recuperado su manera natural de andar y hasta ¡puede correr!

El gato que está vivo y muerto
Un experimento mental es el que se realiza con el pensamiento y no físicamente. Erwin Schrödinger propuso uno que involucra a un gato (desde entonces es llamado el gato de Schrödinger) para exponer una cualidad extraña de las partículas cuánticas: la superposición (podemos saber algo de una partícula sólo cuando la observamos –como su posición–, pero no podemos saber otra cosa a la vez, como su velocidad).
Y aquí va el experimento mental: imagina que tienes dentro de una caja a un minino (vivo), un frasquito con material radiactivo y un contador Geiger (permite medir la radiación) el cual, en caso de que haya alguna partícula radiactiva, soltará un mazo que golpeará un frasquito de cianuro que matará al gato. Pero los materiales radiactivos son muy inestables, y poco después de que cierres la caja hay una probabilidad 50-50 de que una partícula se libere.
Sin tocar ni escuchar la caja, ¿puedes saber si el gato está vivo o muerto? Mientras no la abras, no lo sabrás, así que el gato puede estar vivo (si no se liberó radiactividad) y muerto (esta es la superposición). Sólo hasta que la abras el gato ya no está vivo y muerto, sino sólo una de las dos cosas.
Hasta el infinito
En 1963 Félicette se convirtió en la primera gatoastronauta en ser enviada al espacio y sobrevivir el vuelo. Fue enviada por la agencia espacial francesa, que antes había mandado tres ratas. Llevaba electrodos implantados quirúrgicamente en su cerebro a fin de medir su actividad neuronal. Fue la única de 14 gatos callejeros que pasó muy bien su entrenamiento como “gatoastronauta”.

Copia de carbón
CC son las iniciales de Copy Cat, la primera mascota clonada (nació en 2001). En 2006 dio a luz a seis gatitos (no clonados). Es la primera mascota clonada que no presenta problemas de salud debido a la clonación.

Hombre japonés pasea a sus gatos en carriola; busca igualdad

