Cuando tenía 14 años, el deportista Marcos Velázquez perdió la vista mientras jugaba futbol americano. A los 39 un amigo lo invitó a una carrera, después aprendió a nadar y andar en bici y se convirtió en triatleta. Desde entonces ha participado en varios triatlones en México y el extranjero, en medio maratones, va por su segundo Iron Man y el pasado 26 de julio embarcó una aventura que benefició con computadoras a niños y adolescentes con discapacidad visual. Por Georgina Vega.
Ahora, a los 45 años de edad, Marcos nadó en Baja California desde Playa Balandra hasta Puerto Cortés, uno de los mares más espectaculares de México. Recorrió 15 kilómetros guiado por la nadadora Patricia Guerra, quien hace unos años se convirtió en la tercera mexicana en cruzar el Canal de la Mancha.
El dinero para recaudar fondos se hizo a través de la venta de brazadas, las cuales tuvieron un costo de 50 pesos y que se pudieron comprar en el sitio de Fundación KIO Networks después de la travesía.
Platicamos con Marcos antes de que emprendiera esta aventura…
¿Qué significa para ti esta travesía?
Paty es toda una experta en esta cuestión del nado en agua abiertas. Desde el principio hizo que me sintiera bien, cómodo y muy a gusto, y ahora esta travesía de 15 kilómetros es todo un reto porque no soy un excelente nadador. La verdad estoy muy contento por la oportunidad, y sobre todo por poder ayudar a los niños.
¿Por qué te eligieron?
Conocí a Patricia Guerra el año pasado, nos presentó Nora Toledano, que es su cauch. Nora le propuso a Paty que hiciera la travesía con ella, pues yo pasé por lo mismo que están viviendo los niños invidentes. A Paty le gustó la idea y aquí estamos, divirtiéndonos y haciendo algo por los chavitos con discapacidad visual, a quienes sé les vamos ayudar a ver de otra manera la vida.
¿Cómo te preparas para este reto?
Yo nado por lo menos tres veces a la semana. Pero, aunque parezca increíble, Paty y yo no nos habíamos visto desde hace un año, nos vimos hasta un día antes de nuestra primera travesía de entrenamiento, pero fue hasta el mero día cuando nos pusimos de acuerdo. A mí no me preocupaba que no había entrenado con ella, pues es una nadadora experta en aguas abiertas; lo que me preocupaba era que me dijera “no nada tan rápido este cuate”. Afortunadamente todo salió bien, nos divertimos mucho.