¿Estás pensando en regalar mascotas esta Navidad? Diseñamos una guía para que puedas decidir más responsablemente si es la mejor opción.
Cuando el 24 de diciembre se acerca, las redes sociales rebosan en imágenes, publicaciones y fotografías de nuestros contactos más cercanos, compartiendo qué recibieron para Navidad. En algunas casas, nunca falta la práctica de regalar mascotas: perros, gatos, tortugas, hurones. Cualquier animal es una buena excusa para hacer sonreír a los niños, o alguna pareja emocionada que decide no tener descendencia —y sustituirla por un ser vivo menos problemático.
Historias de Instagram, actualizaciones en Facebook y estados en WhatsApp: todos parecen estar en sintonía, con personas presumiendo al ‘nuevo integrante de la familia’. Durante las primeras semanas, los animales reciben mimos, apapachos y un sinfín de caricias. Son la novedad. A los pocos meses, esta euforia inicial pierde su fulgor —pero las mascotas siguen respirando, con una disminución considerable en la cantidad de atención y cuidados iniciales.
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Ni salvajes, ni domésticos

Los animales no son regalos. Como seres vivos, integrarlos a la dinámica familiar implica atención cuidadosa. Al respecto, National Geographic advierte sobre porqué regalar animales salvajes como mascotas es un peligro para las especies silvestres —y también para las familias que los reciben:
“Por supuesto, existen razones de bienestar animal para no tener criaturas salvajes”, explica la revista. “Ninguno de ellos está domesticado; evolucionaron para vivir en sus entornos naturales y no en viviendas humanas; y el comercio de mascotas exóticas es conocido por su trato cruel y, a menudo, se alimenta de la caza furtiva”.
Además de esto, muchas de estas especies están en peligro de extinción. Además de la pérdida devastadora de su hábitat en favor de la urbanización, padecen de procesos extenuantes, violentos y agresivos para llegar al consumidor final. En este caso, son las familias que los reciben debajo de su árbol de Navidad.
Los animales domésticos que se compran no la tienen fácil tampoco. A pesar de que, posiblemente, el cachorro no haya tenido una vida difícil hasta ese momento, lo más probable es que su madre haya sido forzada a procrear varias camadas. El cachorro de raza que llega a casa es el producto de este proceso violento, cansado e injusto.
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Más allá de la novedad

El comportamiento se presenta año con año. A pesar de los esfuerzos que se han hecho para advertir los beneficios de adoptar en lugar de regalar mascotas, todavía hay familias que insisten en tratar a los animales de compañía como juguetes. Al respecto, el registro más reciente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, destaca que en México existen cerca de 13 millones de perros que han sido abandonados
La cifra se nutre con cada periodo navideño, tan sólo semanas después de que las mascotas se entregan como regalos navideños a los niños. Durante las primeras semanas de enero, en consecuencia, los refugios de animales y las casas de adopción de perros se atestan de nuevos inquilinos.
Más allá de la emoción que provoca la novedad, habría que tener en mente que integrar a un animal a la dinámica familiar implica un riesgo y una responsabilidad. Antes de siquiera adquirir una mascota —ya sea comprada o adoptada—, vale la pena considerar estos puntos:
- Saber si algún miembro de la familia es alérgico al pelo del animal.
- Hacer cuentas: ¿realmente será sostenible económicamente mantener a una mascota en casa?
- Ser muy honestos: ¿realmente se está dispuesto a adquirir un compromiso con otro ser vivo, que necesita atención, cuidados y alimentación sana?
Si alguna (o todas) de estas cuestiones resulta adversa a la situación familiar de cada casa, regalar una mascota en Navidad es un error. Si se pasa por alto alguno de ellos, lo más probable es que el animal termine en la calle, valiéndose por sí mismo. En el mejor de los casos, sentirá el abandono de una familia que lo pasó a otra más, como deshaciéndose de mercancía que no le sirve.
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