Una de las principales manifestaciones del folclor tailandés es la creencia en los fantasmas. Tal expresión ha trascendido a lo largo de los siglos de la tradición oral a la literatura, el cine, la televisión y el cómic. Es así como, en el contexto de la modernidad y la globalización, los tailandeses continúan temiendo y venerando a quienes ellos denominan phi. Por Luis Felipe Brice
Su arraigo popular es tan fuerte que hay lugares cuyos nombres están inspirados en ellos, como Phi Pan Nam, “la cordillera que los espíritus usan para dividir las aguas”. También se realizan festivales como el Phi Ta Khon, en el cual se celebra a los fantasmas mediante coloridos disfraces, mascaradas, bailes y rituales a fin de evocarlos e invocar a las lluvias para una buena cosecha.
Este festejo tiene su origen en la leyenda budista según la cual el príncipe Vessantara (el nombre de Buda previo a alcanzar el Nirvana o estado de plenitud) regaló sus riquezas y abandonó su pueblo para vivir en el bosque como un asceta.
Su ausencia se prolongó, que los pobladores lo creyeron muerto. Así pues, cuando regresó, la celebración fue tan clamorosa que hasta los fantasmas se unieron a la Phi Ta Khon, vigente hasta hoy día. Tan vigente como la leyenda del espíritu de Mae Nak que ha inspirado varias cintas, tanto actuadas como de animación, lo mismo de terror que de comedia, e incluso una serie de televisión, una ópera y un musical para teatro.
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Espectro materno
De acuerdo con la tradición, Mae (lady/ señora) Nak era una bella joven tailandesa que habitaba a orillas del canal de Phra Khanong, distrito de Bangkok. Tras contraer matrimonio con Mak queda embarazada, justo cuando estalla la guerra. Su esposo es reclutado y enviado al frente de batalla, donde resulta gravemente herido.
Mientras Mak se recupera, ella y el bebé por nacer fallecen durante el parto. Mak no se entera y cuando vuelve al hogar, encuentra a su esposa e hijo. Vecinos tratan de advertirle que ambos son fantasmas, pero en el intento mueren asesinados presumiblemente a manos de Nak.
Pasados los días, por un hecho trivial, Mak cae en la cuenta de que, en efecto, convive con espíritus. Horrorizado, huye tratando de que el fantasma de Nak no se percate.
Cuando el espectro descubre la huida, va tras él. Mak se oculta donde supuestamente los fantasmas no pueden acceder, como es detrás de cierta especie de arbusto y en el interior de espacios sagrados, como era el caso del templo de Wat Mahabut.
En medio del terror provocado por el ánima de Nak entre la comunidad de Phra Khanong –según una versión–, un exorcista consiguió atraparla en una vasija de barro que tapó y arrojó al canal.
De acuerdo con investigaciones sobre el origen de este mito:
Se basa en un hecho real acontecido a mediados del siglo XIX, cuando una mujer embarazada de nombre Amdaeng Nak, quien vivía en Phra Khanong, falleció durante el parto.
Su primogénito, a fin de evitar que el padre volviera a casarse y compartir su herencia con una madrasta, inventó que su madre era un fantasma, vistiéndose él mismo de mujer y aterrorizando a la población con actos que pudieran atribuirse a la occisa. A partir de ahí el imaginario colectivo fue añadiendo detalles que convirtieron el suceso en leyenda y a su protagonista en objeto de veneración, con su propio templo, en aquel rincón de Tailandia.
El santuario dedicado a Mae Nak (actualmente situado en el distrito de Wat Mahabut) es un recinto muy frecuentado por pobladores y turistas. En su interior domina una estatua que representa a los malogrados madre e hijo (recubiertos con hoja de oro) como si habitaran su hogar, rodeados de infinidad de objetos de la vida cotidiana, prendas de vestir, alimentos, juguetes, retratos y flores.
Todo ello donación de los devotos, quienes han convertido a un espíritu originalmente maligno en una deidad benigna a la cual acuden, en general, para atraer la buena fortuna. Tal adoración no está exenta del proverbial temor a los fantasmas arraigado entre los tailandeses. Es así como, por ejemplo, las madres advierten a sus hijas que no demoren para regresar a casa, pues se exponen a que se les aparezca el espectro de Mae Nak.
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Apariciones nocturnas
Además de Mae Nak, dos de los fantasmas tailandeses más temidos son Phi Krasue y Phi Krahang. Según la creencia, durante el día ambos tienen la apariencia de simples mortales y por la noche se transforman en espectros voladores que vagan por las zonas rurales atemorizando a la población. Krasue es un fantasma femenino con aspecto de una joven de rostro muy bello cuyo cuerpo (por llamarlo de algún modo) se reduce a órganos internos expuestos que penden de su cuello, sin extremidades. De día viste túnicas que disimulan sus carencias anatómicas y cubren sus despojos.
En medio de la oscuridad, las correrías de Krasue consisten básicamente en cazar para procurarse alimento, ya sea carne cruda, sangre, carroña o incluso excrementos de animales y humanos. De ahí la superstición de no dejar la ropa a secar a la intemperie durante la noche, pues el ánima podría utilizarla para limpiarse la boca luego de su banquete. Se dice que sus presas favoritas son las mujeres a punto de dar a luz, a quienes, haciendo uso de poderes hipnóticos, es capaz de extraerles el feto y la placenta para saciar su voraz apetito. Por eso, a fin de evitar que llegue hasta ellas con tan perversas intenciones, los moradores suelen proteger sus casas con ramas espinosas.

La leyenda del origen de Krasue proviene del pueblo jemer, una antigua etnia del Sudeste Asiático.
Cuentan que una princesa debía casarse por obligación con un noble del reino de Siam (hoy Tailandia). Sin embargo, ella estaba enamorada y era correspondida por un soldado más joven y de menor estatus social. Cuando el ilustre siamés descubrió el idilio, se sintió traicionado y condenó a su prometida a morir en la hoguera. Antes de la ejecución, la sentenciada pidió a una hechicera jemer que lanzara un encantamiento para impedir que el fuego la destruyera. El hechizo se cumplió, pero sólo parcialmente, pues casi todo el cuerpo de la chica quedó reducido a cenizas, exceptuando la cabeza y los órganos internos. Esos restos recibieron una maldición que la condenaron a subsistir por siempre como un fantasma ávido de carne, sangre y excrecencias.
En sus cacerías nocturnas, Krasue suele contar con la ayuda de Krahang, un fantasma masculino y maligno que se caracteriza por volar por las zonas rurales haciendo uso de dos cestos, que bate en el aire con las manos, y monta un gran mazo de madera, cual bruja. También es un ávido devorador de carne e inmundicias. Sus principales presas son hombres, mujeres y niños que se atreven a deambular de noche.
Así, más allá de la superstición, en las leyendas de éstos y otros espíritus de la tradición tailandesa subyacen historias aleccionadoras para no matar, no abortar, no ser noctámbulo ni cometer alguna otra conducta considerada impropia. No sea que al infractor se le aparezca un fantasma o él mismo se convierta en uno.
Texto publicado en revista Muy Interesante México Ed.01 | 2018
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