Los niños son especialmente vulnerables al acoso de ciertas personas y los elementos naturales. En la antigüedad, cuando poco más de la mitad de los hombres y mujeres difícilmente superaban la infancia por peligros diversos y no existía un sistema educativo formal, la manera de prevenirlos ante los posibles riesgos a los que estarían expuestos era narrándoles una historia precautoria; una aventura en la que el protagonista, un niño como ellos mismos, enfrentaba las consecuencias de sus decisiones, así es la historia de Caperucita roja. Por Gerardo Sifuentes
Estas narraciones se abrieron paso en el tiempo de manera oral, y siglos después se perpetuaron por medio de libros, televisión y cine. Pero los ‘cuentos de hadas’ del folclor occidental, o las leyendas urbanas a las que estamos familiarizados, nunca son contadas del mismo modo, y cada persona puede tener su propia variación; aunque el personaje principal y las circunstancias sean similares, los lugares donde ocurre la acción pueden cambiar, junto con diálogos o personajes añadidos.
Cuando en octubre de 1812 se publicó el primer volumen de Cuentos para la infancia y el hogar, de los hermanos Grimm, las historias contenidas despertaron un profundo interés entre académicos.

Muchos investigadores europeos se dieron a la tarea de visitar aldeas para tratar de recuperar aquellas historias fascinantes antes de que se perdieran, y de compartirlas con un público más amplio.
Conocieron así un mundo fantástico poblado por animales mágicos y objetos encantados, héroes y villanos. Pero lo que más sorprendió fue que en la tradición oral de muchos países existían no sólo temas recurrentes, sino también argumentos similares, incluso entre culturas, tradiciones y grupos étnicos muy distanciados geográficamente.
Los propios hermanos Grimm habían detectado que la ‘gente común’ de las montañas alemanas narraba cuentos que eran relativamente parecidos a otras tradiciones orales de origen persa, eslavo, hindú o árabe.

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Enseñanza o advertencia
Caperucita roja es quizá el cuento clásico infantil por excelencia. La versión que la mayoría de nosotros conocemos se basa en la que fuera publicada por el francés Charles Perrault (1628-1703) en 1697, incluida en su colección Cuentos de Mamá Ganso (Les Contes de ma mère l’Oye). El escritor lo pudo escuchar de voz de un párroco, quien a su vez lo oyó de un campesino francés, y era conocido como La historia de la abuela.
En la versión original, la protagonista no tiene capa roja, y escapa del lobo antes de que éste la pueda devorar. La abuela no sólo es devorada por el animal antes de que su nieta llegue, sino que el animal la destaza y coloca la carne en una bandeja, y llena una botella con su sangre; cuando la niña llega a la casa, el lobo, disfrazado, la insta a comer y beber. Después un gato pasa junto a ella y la insulta, advirtiéndole que ha comido a su propia abuela.
Ella se despoja de sus ropas para irse a dormir, y en el proceso interroga al lobo con las famosas preguntas que lo delatan; éste las contesta mientras arroja las ropas a la chimenea encendida junto a ellos. Tras descubrir la terrible trampa, ella pide permiso para ir al baño –una letrina en el patio–, y aunque la deja ir, el lobo se las ingenia para atarle el pie a fin de que ‘caperucita’ no escape. Cuando sale de la casa, la niña corta la cuerda, la ata a un árbol y huye antes de ser descubierta.
La historia estaba muy extendida por las zonas rurales de Francia, Austria y el norte de Italia. Y las razones por las que Perrault le añadió una capa roja podrían explicarse por las intenciones moralinas del autor.
En su libro The Trials and Tribulations of Little Red Riding Hood: Versions of the Tale in Sociocultural Context, Jack Zipes especula que tanto Perrault como los hermanos Grimm –quienes adaptaron a su vez la versión del francés– intentaron imponer una lección para mujeres en una sociedad machista donde la heroína debe ser responsable de su conducta sexual y cuidar su honor.
En su reescritura, Perrault hace que al final la niña muera, quizá como castigo por su imprudencia. Y le añadió la capa roja, como lo hacían las prostitutas francesas de la época.
Zipes menciona que dentro del simbolismo, al comer la carne de la abuela ésta le transfiere su feminidad y astucia, por lo que puede escapar del lobo. De modo que la historia sería no tanto una advertencia, como una especie de ritual de iniciación para jóvenes que tienen su primera menstruación. Perrault, como francés de clase alta, quería imponer un mensaje moral a las niñas; la violencia sexual que escondía la versión rural se reescribió para proteger la virtud de las hijas de clases altas de la ciudad.

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Poemas y tigres
Tras rastrear a profundidad sus orígenes, se puede encontrar un poema del siglo XI escrito en latín por un cura de la provincia de Liège, Francia, que se supone circulaba en el oeste de Europa durante la época medieval. Este poema habla de una niña –la cual viste una túnica bautismal regalada por su padrino– que se mete a los bosques, es capturada por el lobo y llevada a su guarida para servir de comida a sus cachorros, aunque ella logra escapar amansándolos.
Pero, por increíble que parezca, existen otras 58 versiones de la misma historia repartidas por el mundo, con 72 particularidades o variantes de la trama, según el número de protagonistas, su género o el tipo de animales o monstruos que intervienen.
El antropólogo inglés Jamshid Tehrani se dedicó a buscar el origen de este cuento, basado en la revisión actualizada del llamado índice Aarne-Thompson-Uther (ATU), publicado por la Academia Finlandesa de Folclor en 2004, que identifica más de 2,000 cuentos tradicionales distribuidos en 300 culturas distintas.
En el norte de Italia la historia la protagoniza una niña llamada Catterinella, quien toma una canasta con pastelillos para regalarlos a una tía o tío, quien a su vez se convierte en una bruja o un hombre lobo.
En el camino, ella se come los pastelillos y los sustituye con excremento de burro.
Cuando el villano se da cuenta del engaño, va a la casa de Catterinella por la noche y la devora en la cama. En algunas partes de Europa y Medio Oriente es famoso el cuento El lobo y los cabritos, en el que una cabra advierte a sus crías no abrir la puerta mientras ella está fuera; pero el lobo acecha de cerca.
Cuando ella se va, el lobo imita su voz, engaña a los cabritos y los devora. La manera de rescatarlos, como se sabe, es abriéndole el estómago al animal mientras está dormido –algo que ocurre en versiones modernas de Caperucita roja –.
En India, la misma historia se conoce como El gorrión y el cuervo, donde el villano engaña a la madre para dejarlo pasar, y se come a sus hijos durante la noche.En la tradición oral de Japón, China, Corea y otras partes del este de Asia, se cuenta la historia de La abuela tigre, en la que varios hermanos pasan la noche con un tigre o monstruo que se hace pasar por su abuela; cuando escuchan el ruido provocado por el animal al comerse al más pequeño de ellos, piden permiso para salir al baño y logran escapar.
En el centro y sur de África la historia de caperucita roja trata acerca de una niña atacada por un ogro, quien imita la voz de su hermano para engañarla y devorarla.
Según la región donde se cuenta, un grupo de cazadores lo atrapa y logra salvar a la niña al abrir el estómago del monstruo, asunto que guarda similitud con otras versiones europeas.
La primera teoría de los folcloristas occidentales especulaba que quizá la historia pudo haberse originado en China y se propagó hacia Medio Oriente y Europa entre los siglos XII y XIV, un periodo de gran intercambio económico y cultural. Sin embargo, Tehrani observó que la versión más antigua en esta cultura se publicó por primera vez en el siglo XVIII por el escritor chino Huang Zhijun, ocho siglos después de la variante medieval escrita en Liège. Tehrani piensa que el cuento oriental pudo evolucionar de las versiones europeas, o quizá de una tradición oral mucho más antigua.
Sea cual fuere el origen de Caperucita roja o propósito, lo cierto es que los niños de hoy saben que no deben adentrarse solos en ‘el bosque’, ni confiar en ‘lobos’, precauciones que no han perdido vigencia.
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Texto publicado en la edición de mayo de 2015 | Revista Muy Interesante México.

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