Científicos empiezan a discernir curiosos patrones en la actividad volcánica mundial
Los volcanes alrededor del mundo parecen haber despertado, desde erupciones en Islandia, Hawai y Ecuador hasta Filipinas y Papua Nueva Guinea. La actividad volcánica reciente ha suscitado una duda importante: ¿A caso existe una temporada de volcanes? Sorprendentemente, podría ser una posibilidad. Si bien los volcanes no tienen “estaciones” definidas, los científicos han comenzado a discernir patrones en su actividad.
Debido a factores como la atracción gravitatoria del Sol y la Luna, la velocidad a la que gira la Tierra cambia constantemente. En consecuencia, la duración del día varía de un año a otro, en cuestión de milisegundos. Sin embargo, este cambio aparentemente insignificante podría producir cambios significativos dentro de nuestro planeta. (¿Cómo se monitorea un volcán?)
En febrero 2014, un estudio publicado en la revista Terra Nova demostró que, desde principios del siglo XIX, los cambios en la rotación de la Tierra tienden a ser seguidos por aumentos en la actividad volcánica mundial. Entre 1830 y 2013, por ejemplo, cambios sustanciales en la velocidad de rotación fueron acompañados por un aumento en el número de grandes erupciones volcánicas. Los autores creen que existe una relación causa-efecto entre ambos eventos.
Alterar la rotación del planeta, aunque sea por poco, requiere de una enorme cantidad de energía, la cual es transferida a la atmósfera y subsuelo. Es posible que esto perturbe el campo de tensión del subsuelo, facilitando al magma salir a la superficie y aumentando la tasa de erupciones volcánicas. (El volcán más grande del mundo)
Si bien el estudio publicado en Terra Nova no es concluyente, presenta una idea intirgante. Existe otro fenómeno natural que podría afectar la actividad volcánica a nivel mundial: el cambio climático. La evidencia indica que, en el pasado, los periodos de pérdida severa de glaciares fueron proseguidos por una alza en la actividad volcánica. (Relación entre volcanes submarinos y sismos)
Una vez más, este efecto se debe a la tensión del subsuelo. Las capas de hielo son tan pesadas que hunden la corteza terrestre. Cada año, la antártida pierde alrededor de 40 mil millones de toneladas de hielo. Al desaparecer el peso de los glaciares, la corteza regresa a su forma original. Este rebote puede disminuir la tensión en las rocas subyacentes, facilitando al magma alcanzar la superficie y detonar erupciones volcánicas.
El vínculo entre el cambio climático y el vulcanismo aún es poco conocido, muchos volcanes no parecen haber sido afectados por el mismo. Sin embargo, este curioso efecto es un recordatorio de que nuestro planeta responde a los cambios de manera imprevista. Los volcanes ayudan a los científicos a entender cuán sensible puede llegar a ser la Tierra.

