Los componentes de su veneno se dirigen a los centros nerviosos que controlan el corazón de la víctima
Estos animales salvajes muerden a su víctima y se aferran a ella rodando sobre la espalda para que el veneno fluya al interior de la herida, y además mastican para infligir lesiones aún mayores.
El veneno que estos animales emplean, principalmente para defenderse, es segregado por glándulas situadas en la mandíbula inferior y fluye al exterior a través de unos surcos contenidos en los dientes. Sus componentes atacan los centros nerviosos que controlan el corazón de la víctima.
Los monstruos de Gila comen pequeños animales como roedores, hormigas y huevos de otros reptiles del desierto. En cautividad han mostrado afición por los huevos de serpiente y de otras especies de lagartos salvajes. Su mordida también es peligrosa para el hombre.

