Investigadores brasileños desarrollan nanocelulosa de frutas para utilizarla en componentes automotrices; estaría disponible en dos años
Fibras de nanocelulosa obtenidas de frutas como el plátano y la piña, las cáscaras de coco y el agave (tan fuertes como el kevlar, la poliamida con que se hacen los chalecos antibalas), en un par de años podrían estar disponibles para fabricar componentes de vehículos, como paneles de control y defensas, en lugar del plástico. Incluso en un futuro formarían parte de instrumentos médicos, entre ellos prótesis de cadera y válvulas cardiacas artificiales.
Investigadores de la Universidad de San Paulo encabezados por Alcides Leao señalan que se trata de un material 30% más ligero, lo cual conforme abarque más partes automotrices disminuiría el peso de los autos y contribuiría a ahorrar combustible, además de ser más resistente al calor y al agua.
La celulosa forma la pared de las células exteriores de las plantas, las cuales son tan finas que 50,000 de ellas cabrían en el diámetro de un cabello humano, y pueden combinarse para producir plástico reforzado. Las hojas y tallos son sometidas a un proceso de cocción en un dispositivo parecido a una olla de presión para obtener un polvo similar al talco.
Actualmente empresas automovilísticas refuerzan sus plásticos con fibra de carbono, y en 2007 el indio Harsha fue galardonado por desarrollar un auto urbano, GM-Globetroter, cuya carrocería es de bioplástico de carbono neutro, basada en 12% de petróleo y 88% maíz, el cual se planea producirlo en serie en 2017.

