El misterio, que tardó más de 100 años en resolverse, finalmente tiene una explicación científica
Un estudio finalmente encontró la fuente de la escalofriante "Cataratas de Sangre" de la Antártida.
Han pasado 106 años desde que el geólogo australiano Griffith Taylor descubrió las vívidas cascadas rojas que fluyen del glaciar que lleva su nombre, sobre el lago de hielo Lago Oeste de Bonney.
Las Cataratas de Sangre, una sangrienta corriente de agua de deshielo que se desprende del Glaciar Taylor en los Valles Secos de McMurdo, es alimentada por una corriente de salmuera bajo el hielo, según un estudio publicado el 24 de abril en el Journal of Glaciology. El agua salada está llena de hierro, que se oxida y se vuelve roja cuando choca con el aire, dando a la salida un aspecto sangriento a medida que fluye hacia el lago Bonney.
Originalmente se pensaba que era causada por algas rojas, pero no fue hasta 2003 que se decidió que el color rojo provenía de hierro oxidado y era muy posible que el agua se estuviera drenando de un lago de agua salada de cinco millones de años.
Ahora un estudio de la Universidad de Alaska Fairbanks y Colorado College confirma que el glaciar no sólo tiene un lago debajo, sino que también tiene su propio sistema fluvial que ha estado brotando durante un millón de años.
Por medio de la ecolocalización, el equipo de investigadores pudo rastrear de dónde fluía el agua. Los resultados también mostraron que la razón por la que nunca se ha congelado, se debe a un sistema hidráulico perpetuo que ve la liberación de energía térmica por la congelación del agua que a su vez derrite el hielo circundante.
En otras palabras, esto se debe a que el agua libera calor al congelarse, este calor penetra el hielo frio de alrededor y la calienta. Debido a que el agua salada requiere de temperaturas más bajas que el agua dulce para congelarse, la salmuera está lo suficientemente caliente para moverse.
La singularidad de las Cataratas de Sangre como una "cápsula del tiempo" para sistemas microbianos antiguos, fascina a los científicos y les da una forma de estudiar la posibilidad de vida en otros planetas sin necesidad de perforar las capas de hielo.
Puedes leer los resultados completos en Journal of Glaciology.