Lain Couzin siempre estuvo intrigado por los curiosos patrones que formaban las manadas: los bancos de peces, las parvadas, las colmenas
Lain Couzin siempre estuvo intrigado por los curiosos patrones que formaban las manadas: los bancos de peces, las parvadas, las colmenas. El curioso científico se preguntaba qué fenómeno yacía detrás de dichos comportamientos colectivos y, por ende, se dispuso a estudiarlos. Sus hallazgos no fueron lo que él esperaba.
En 2003, Couzin inició sus experimentos en un laboratorio del departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Oxford. Reunió a 19 colegas, y se dispuso a estudiar el comportamiento de un insecto: langostas. Las langostas eran clasificadas en grupos de 120 ejemplares. Posteriormente, Couzin analizaba sus movimientos en un espacio determinado durante ocho horas diarias, con la ayuda de equipo audiovisual que registraba toda actividad de las langostas. Couzin se percató de que con una cierta densidad, los insectos se agrupaban, y en un segundo punto crítico, los grupos se alineaban en un colectivo que incluía a todos los ejemplares. La pregunta era ¿cómo?
Algo curioso ocurría cuando Couzin recogía a las langostas tras el ejercicio de observación: siempre eran menos que con las que había empezado. Cuando Couzin estudió las grabaciones, se percató de que las langostas que se acercaban demasiado a sus compañeras de vuelo eran devoradas. El secreto de la fascinante simetría y coordinación detrás de la nube de langostas, era el canibalismo.
Couzin se dispuso entonces a estudiar otro tipo de seres vivos: sardinillas de Quilla. Estos peces forman majestuosos bancos que se mueven al unísono. ¿La sorpresa para Couzin? El baile submarino no se forma gracias a una elaborada comunicación entre sus integrantes, sino que éstos se guían por la luz que los alcanza. Los miembros siguen una sencilla premisa: cuando no hay luz, muévete más lento.
Otros científicos han estudiado diversas especies que presentan el mismo comportamiento. Thomas Seeley descubrió que las abejas deciden a dónde ir mediante un sistema “democrático” de golpes en el trasero. Si una abeja recibe demasiados golpes, ésta desertará en su iniciativa direccional y seguirá a otra. Tarde o temprano una dirección emerge como las más aceptada.
Así mismo, Andrea Cavagna descubrió que los estorninos coordinan su velocidad y dirección solamente en base a la de sus compañeros más cercanos. Así, ante una amenaza, todo el grupo se mueve en una dirección aunque sólo pocos integrantes se hallan percatado de la misma. Curiosamente, el mismo comportamiento es observado en seres humanos.
Tras sus estudios, Couzin generó un algoritmo que cree pudiese representar el funcionamiento del movimiento colectivo: alineamiento x atracción x repulsión. Sin alineación, no hay movimiento unísono. Por otro lado, la atracción y repulsión juegan un importante papel para mantener a los individuos ordenados dentro de un sistema alineado (ej. el canibalismo en las langostas o la imitación en los estorninos).
Un importante paso que ha hecho posibles los avances en este tema es la integración de matemáticos y biólogos en la materia. Complejos softwares han sido diseñados para analizar el movimiento de los animales así como para imitarlo, permitiéndoles a los biólogos llegar a sus importantes conclusiones. Al combinar modelos del mundo real con avanzada tecnología, se obtiene una visión sin precedentes de un comportamiento colectivo que pocos han estudiado.