Una enfermedad mortal para las poblaciones de anfibios ha causado la disminución de 500 especies en los últimos 50 años, incluidas 90 extinciones.
Una investigación global, liderada por la Universidad Nacional de Australia, ha medido por primera vez el impacto mundial de la quitridiomicosis, u hongo quítrido, una enfermedad que devora la piel de los anfibios.
Hongo quítrido: terror para los anfibios
La quitridiomicosis es causada por dos especies de hongos, las cuales probablemente se originaron en Asia, y su propagación ha aumentado debido a los humanos, a través de actividades como el comercio legal e ilegal de mascotas.
Descubierta por primera vez en 1998 por investigadores de la Universidad James Cook en Queensland, Australia, ha sido la base para analizar la causa de misteriosas muertes masivas de anfibios las últimas décadas.

En la investigación se encontró evidencia de que al menos 500 especias habían disminuido como resultado del hongo y 90 de ellas se confirmaron extintas.
Los científicos identificaron decrecimiento en la población de anfibios en Europa, África, América Central y del Sur y Australia debido a la enfermedad. En Asia no hubo decesos, porque las especies evolucionaron para ser naturalmente resistentes.
El impacto de la enfermedad ha sido más duro en Centroamérica, Sudamérica y en el este de Australia, donde el hongo florece en condiciones frescas y húmedas.
El hongo quítrido no sobrevive a temperaturas superiores a 28ºC.
El dolor de las consecuencias y la bioseguridad
En Australia había 240 especies de anfibios, 40 de los cuales, según los investigadores, habían sufrido disminuciones de la población como resultado de los hongos.
Siete de esos 40 se cree que están extintos. Una de ellas es la rana de la montaña negra (Cophixalus saxatilis), la cual se agregó el año pasado a un grupo de especies que el gobierno australiano ha estado evaluando para determinar si debería ser trasladado a la lista nacional de vida silvestre extinta.

Otras especies, incluyendo la rana corroboree (Pseudophryne corroboree), han sufrido a causa del hongo quítrido, pero los programas de reproducción en cautividad a gran escala han trabajado para prevenir su extinción.

Este avance científico destaca la necesidad global de tomar más en serio los riesgos de bioseguridad para la vida silvestre. Además así evitar que nuevos y diferentes linajes de hongos quítrido se propaguen por todo el mundo.
“La bioseguridad está dirigida [también] a las amenazas para la salud humana y la agricultura. Necesitamos ampliar ese compromiso para considerar también el medio ambiente y las cosas que amenazan a las plantas y los animales”. Ben Scheele, investigador de la Universidad Nacional de Australia y autor principal del estudio.
Fotos; Pixabay/ Wikicommons

