Hace 12 mil años este lugar, situado en las islas de Palau (océano Pacífico), tenía salida al mar, es decir, era una bahía, pero debido al movimiento de las placas tectónicas se convirtió en un lago. Ahí quedaron atrapadas dos especies de medusas, pertenecientes a los géneros Aurelia y Mastigias, las cuales sobrevivieron gracias a la abundancia de algas y a la ausencia de depredadores. Tanto les favoreció este hábitat que ahora son aproximadamente 10 millones de medusas, más que en ningún otro sitio.
A diferencia de otras medusas, las que habitan aquí no son peligrosas para el ser humano; producen un veneno tan suave que no pueden hacernos daño. Así que muchas personas visitan este paraíso para bucear y hasta jugar con ellas. Imagínate lo emocionante que debe ser esta experiencia.

Sus células urticantes ya solo las utilizan para capturar pequeños peces que complementan su dieta, pero son imperceptibles para el ser humano, excepto en zonas donde la piel es muy fina, como es el caso de los labios.
Durante el día, las medusas migran de un lado a otro para seguir la trayectoria del sol, que alimenta a las algas (gracias a las que sobreviven).

También lee:
VIDEO | BUCEADORA SE ENCUENTRA CON MEDUSA GIGANTE
Restricciones
El Lago de las Medusas tiene 30 metros de profundidad en su punto más profundo, pero más abajo de los 14 metros no tiene vida, ya que el agua carece de oxígeno y contiene altas concentraciones de sulfuro de hidrógeno. Por eso, el buceo de profundidad con equipos de oxígeno está prohibido en Ongeim’l Tketau, ya que es peligroso para la vida del ser humano.
En 2012, el área de protección de la laguna fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.