Contrariamente a lo que se pensaba, las mantas diablo chilenas se sumergen a profundidades de hasta 2,000 metros, posiblemente en busca de alimento
Durante mucho tiempo se pensaba que las mantas habitaban únicamente la superficie marina. Ahora, un nuevo estudio revela que las mantas diablo chilenas (Mobula tarapacana) se encuentran entre los mejores buzos del océano, alcanzando profundidades de hasta 2,000 metros en busca de alimento. (Conoce qué animal se considera el mejor buzo del mundo).
Es común para los predadores marinos descender a la zona mesopelágica, región comprendida entre los 200 a 1,000 metros bajo la superficie, donde abunda el calamar y los pequeños crustáceos. Sin embargo, pocos se aventuran a la zona batipelágica. Si bien es una rica fuente de alimento, la presión extrema, las bajas temperaturas y escazos niveles de oxígeno la vuelven difícil de soportar.
En la zona batipelágica, la temperatura del agua puede descender hasta los 3 °C, por lo que los predadores de agua profunda deben poseer un órgano especial, llamado rete mirabile, que les permite mantener su temperatura cerebral. Este órgano también les ayuda a ver mejor en la oscuridad de las profundidades.
El investigador Simon Thorrold, de la Institución Oceanográfica de Woods Hole, en Massachusetts (EE.UU.), se preguntaba si la manta diablo chilena poseía el rete mirabile. Junto con sus colegas, rastreó a 15 mantas durante nueve meses. La información satelital reveló que los animales alcanzaban profundidades de 2,000 metros. Se sumergían entre 60 y 90 minutos, generalmente una sola vez en un periodo de 24 horas.
Thorrond y su equipo cree que las mantas se sumergen en busca de alimento, ya que descienden rápidamente y ascienden con lentitud, un comportamiento común en otros predadores marinos (como los tiburones) al cazar. No obstante, será necesaria mayor investigación futura para confirmar su hipótesis. Hasta la fecha, ésta es la única especie de manta Mobula que se ha visto bucear. Los investigadores esperan que el estudio ayude a comprender la relación entre la biodiversidad marina y las distintas zonas oceanográficas.
Los resultados del estudio han sido publicados en Nature Communications.

