Ana Paulina Gómora de la UNAM ha trabajado en este proyecto que es una alternativa contra la contaminación.
Ana Paulina Gómora Figuero, de la de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, estudia cómo convertir el dióxido de carbono (CO2) en piedra desde hace un año.
La investigadora Mexicana piensa que en México es viable la transformación de basaltos como método de almacenamiento permanente de ese gas de efecto invernadero ?y el que más contribuye al calentamiento global? que en pocas décadas se ha incrementado de 0.3 a 0.4 gramos en cada litro de aire que hay en la atmósfera.
¿Cómo es el proceso de transformación?
Consiste en disolver CO2 en agua, la cual se vuelve ácida, y luego se inyecta en el subsuelo, en donde reacciona con el basalto, que de roca ígnea se transforma en sedimentaria.
¿Qué hay de las rocas ígneas volcánicas?
Son ricas en óxido de silicio ?uno de los elementos más abundantes en la corteza terrestre? y también contienen otros como el hierro, magnesio y calcio. Entre mayor sea la cantidad de estos metales y menor la de silicio, el basalto es mejor candidato, al menos químicamente, para que reaccione con el dióxido de carbono.
Para realizar el proceso de mineralización, el basalto se coloca en agua con burbujeo constante de dióxido de carbono. El siguiente paso es realizar el mismo proceso en el laboratorio, empleando celdas a altas presiones y temperaturas. Se presuriza y calienta el basalto, agua y CO2 en la celda sellada, y después de días, se analiza qué tanto se transformó la roca.
Además, según el mapa de ruta tecnológica, elaborado por la Secretaría de Energía, los principales focos de emisión de CO2 en nuestro territorio se ubican del centro hacia el sureste, que es una región rica en basaltos.
Ahí se concentran las industrias más contaminantes: la eléctrica, cementera y petrolera, cuyas emisiones podrían capturarse para su almacenamiento antes de su dispersión a la atmósfera.
Por ello, la académica de la Facultad de Ingeniería estudia la composición geoquímica y las propiedades de algunos basaltos superficiales y cómo interactúan con el fluido CO2.
Sobre la inversión monetaria
En caso de que a nivel experimental se pueda almacenar CO2 en basaltos del país, "será necesario contar con patrocinadores para explorar el potencial del subsuelo mexicano, saber en qué zona se puede inyectar (cercana a una fuente generadora de ese gas), completarlo con un estudio social y legal e incluir la participación de la población (en caso de haber comunidades cercanas a los puntos de inyección que pudieran verse involucradas)?, señaló la investigadora en un comunicado.
Hay que recordar que este tipo de procesos ya se han puesto en marcha en Islandia y Zürich, pero tal como dijo Gómora, han requerido de patrocinadores para poder invertir lo suficiente.