Sí: no somos los únicos que disfrutan del sexo. Las distintas posiciones sexuales de los delfines y estas prácticas de otros animales lo demuestran.
En el siglo XX se creía que el sexo en el reino animal no poseía otro fin más allá de la reproducción. La idea de que otros mamíferos pudieran llevar a cabo prácticas sexuales más allá de su época de celo o los fines estrictamente reproductivos parecía inconcebible.
Sin embargo, esta noción utilitaria fue perdiendo vigencia debido a las prácticas que tienen algunas de las especies con un cerebro más desarrollado que el resto de los animales, específicamente los bonobos y los delfines.
Bonobos: sexo para resolver problemas

El sexo entre los bonobos fuera del periodo de celo es una actividad común entre los ejemplares de la especie, que muestran una predilección especial por sostener encuentros entre bonobos del mismo sexo, sin importar si se trata de machos o hembras (las relaciones homosexuales en el reino animal han sido documentadas en más de mil 500 especies).
La organización social de estos primates casi idénticos a los chimpancés aporta una pista de los beneficios evolutivos que les reporta su intensa vida sexual: en ocasiones, los machos frotan sus penes frente a frente, mientras que las hembras tienen sexo genital entre ellas, probablemente como una manera pacífica de resolver conflictos y por lo tanto, mantener la estabilidad del grupo.
Debido a su naturaleza polígama (no poseen una pareja estable) y a que los encuentros sexuales no se limitan a su época de celo, sino que se prolongan durante todo el año, ha sido posible documentar prácticas que se creían únicas de los humanos, como el sexo oral.
Además, se ha observado que algunos ejemplares hembras utilizan palos, piedras y otras herramientas para frotar sus genitales con ellos con el único fin de sentir placer, una característica más que acerca su comportamiento sexual al de los humanos.
Los delfines y las posiciones sexuales

Los delfines son uno de los mejores ejemplos de que el placer sexual no es una característica única en la especie humana:
Se trata de una especie que comienza su vida sexual previa a alcanzar la maduración sexual y por lo tanto, antes de tener la capacidad de reproducirse.
Una de las características más llamativas en la intensa vida sexual de los delfines son las distintas posiciones sexuales que practican durante la penetración, las cuales varían según la ocasión y las parejas: gracias a la flexibilidad del pene, se han documentado casos en los que el sexo ocurre vientre con vientre, en ángulos contrapuestos o mientras el macho parece montar a su pareja durante el nado.
Un estudio publicado en abril de 2019 aportó una evidencia más para suponer que los delfines disfrutan tanto del sexo como los humanos:
Después de analizar once ejemplares hembras que murieron por causas naturales a partir de disecciones y realizar modelos en 3D, los científicos encontraron un área de tejido eréctil con miles de terminaciones nerviosas en la entrada de la vagina: se trataba del clítoris, un órgano ignorado por milenios en la humanidad, que tiene la única función de dar placer.

Al igual que el clítoris humano, durante la excitación de los delfines hembra, este órgano aumenta su tamaño y está recubierto de una capucha. Además, el clítoris de estos mamíferos posee una ventaja anatómica que lo hace aún más placentero que el humano: se ubica en la entrada de la abertura vaginal y por lo tanto, se mantiene en constante estimulación durante la penetración.
Y aunque aún es poco lo que sabemos sobre el placer relativo al sexo en algunos mamíferos avanzados, lo cierto es que sin importar la especie, se trata de un poderoso catalizador que –al menos en el caso de los humanos– provoca emociones que se activan a partir del cocktail de neurotransmisores que significa el acto sexual.
En el fondo, puede que el sexo en el reino animal también sea un componente íntimo para darle cohesión a un grupo, aumentar sus posibilidades de supervivencia y por lo tanto, asegurar el éxito de reproducción de una especie a través de la descendencia.
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