El astrofísico Andrew Hamilton recreó lo que veríamos si consiguiéramos atravesar uno de estos túneles cósmicos
Siempre ha sido un cliché de la ciencia ficción utilizar los agujeros negros para viajar a través del espacio. Basta sumergirse en uno de ellos para emerger en otra región del universo, tras haber recorrido miles de años luz en tan sólo un instante. Pero eso es ficción. En realidad, lo más probable es que no funcione.
Los agujeros negros deforman el espacio y el tiempo, como si perforaran la estructura del universo. Existe la teoría de que, si esto ocurre, un agujero negro puede formar un túnel en el espacio denominado ‘agujero de gusano’ (por parecerse al túnel que hacen los gusanos al atravesar una manzana comiendo su interior). Ingresando en un agujero de gusano, apareceríamos en algún lugar lejano sin necesidad de recorrer la distancia real.
Según parece, desde el punto de vista matemático, la formación de agujeros de gusano es posible, pero serían extremadamente inestables o deberían estar constituidos por formas teóricas de materia que quizá no ocurran en la naturaleza. La conclusión es que probablemente los agujeros de gusano no existan. Cuando lleguen los viajes interestelares, tendremos que recorrer un largo camino.
Pero supongamos que queremos ir a Andrómeda, la galaxia más próxima a la Vía Láctea. Andrómeda se encuentra a dos millones de años luz de distancia, lo cual significa que incluso si pudiéramos viajar a la velocidad de la luz (300,000 km./s), lo cual no es posible, tardaríamos dos millones de años en llegar.
La Física, por lo menos en teoría, nos brinda otro modo de alcanzar ese objetivo: meternos de cabeza en un agujero negro, un lugar donde el espacio y el tiempo se deforman hasta lo inverosímil, para salir después por el otro extremo y emerger de un agujero blanco en el destino elegido.
El astrofísico Andrew Hamilton, de la Universidad de Colorado en Boulder, realizó una simulación con una computadora programada para seguir fielmente las reglas de la Relatividad General. El resultado es un video con el que podemos hacernos una idea de lo que veríamos si realmente pudiéramos atravesar uno de esos túneles espacio-temporales. Un viaje alucinante y muy lejos del alcance de la tecnología actual.
Si nos sumergiéramos de pie en un agujero negro, nuestro cuerpo empezaría a estirarse como un espagueti, porque la enorme gravedad tiraría de nuestros pies mucho más fuerte que de nuestra cabeza. Y eso si antes no quedamos vaporizados por los ‘chorros’ energéticos que emanan del agujero. Pero Hamilton, en su visualización, da por hecho que el ‘viajero’ tiene superpoderes y sobrevivirá sin problemas.
Al dejarnos atrapar por el agujero negro, su gravedad nos atraería hasta hacernos cruzar el horizonte de sucesos, el punto de no retorno y a partir del cual nada, ni siquiera la luz, puede dar marcha atrás.
Primero atravesaríamos el horizonte exterior del agujero, donde la realidad nos sería aún bastante familiar, y seguiríamos en caída libre hacia el horizonte interno, donde las cosas comenzarían entonces a parecer extrañas. Lo primero que veríamos sería un estallido luminoso procedente del mundo exterior. Una luz infinitamente energética y que contendría una imagen de la historia completa de todo el Universo.
Al ir acercándonos a la ‘salida’, entraríamos en un ‘agujero de gusano’, un lugar donde el flujo del espacio se invierte, y sentiríamos cómo empezamos a acelerar de nuevo, aunque esta vez hacia fuera. El agujero de gusano termina en la entrada de un ‘agujero blanco‘, que no es otra cosa que una versión invertida de un agujero negro. Aquí, el espacio ‘cae’ hacia fuera en lugar de hacia dentro, y a una velocidad aparente mucho mayor que la de la luz. Es el momento en que se produce otro destello de radiación, un flash luminoso que esta vez contiene la imagen de todo el futuro del Universo.
A medida que nos movemos a través del agujero blanco nos vamos aproximando a su horizonte exterior. Cuando lo alcanzamos se produce un tercer destello, pero esta vez lo que aparece es un nuevo universo, en una imagen que contiene la totalidad de su pasado. Si miramos a través del agujero blanco del que acabamos de salir podremos ver la imagen del antiguo universo.
En otras palabras, en nuestro viaje habríamos roto dos barreras: la del espacio y la del tiempo. Por eso, a nuestra espalda podríamos ver aún el Universo original del que procedemos. Y delante, un universo nuevo, réplica del anterior pero con nosotros en Andrómeda, a dos millones de años luz de nuestro punto de partida… Observa el video del astrofísico Hamilton. Vía: agujeros negros y El Blog