No es la tarántula, ni la viuda negra…
Contrariamente a lo que las películas nos hacen creer, las tarántulas no son el arácnido más peligroso. Aunque grandes y peludas, no son letales. De hecho, de las casi 40 mil especies reconocidas de araña, sólo un pequeñísimo porcentaje puede herir a los seres humanos, por lo que no se consideran una gran amenaza.
No obstante, existen algunas especies de araña que conviene evitar. La tasa de morbilidad global por picaduras de araña permanece por debajo del 10%, pero algunos venenos pueden provocar degeneración de los tejidos, muerte celular, náuseas y demás efectos secundarios desagradables.
Las arañas venenosas están equipadas con una glándula que alberga peligrosos químicos y está conectada a un par de colmillos. Éstos normalmente permanecen retractados dentro de la mandíbula de la araña, únicamente liberados cuando se siente amenazada. Mediante los colmillos, inyecta su veneno a la víctima.
La araña que goza de peor reputación es la viuda negra, con su característica marca roja en forma de reloj de arena en la espalda. Antes de que se descubriera un antídoto para la familia de las arañas viuda, la tasa de mortalidad para sus víctimas era del 5%. Sin embargo, quien encabeza el listado de las arañas más venenosas es la llamada araña de Sydney (Atrax robustus).
Esta especie arácnida es responsable del mayor número de fatalidades humanas por picadura de araña. Sus colmillos son lo suficientemente fuertes para penetrar las uñas y, en casos extremos, pueden matar a una persona en 15 minutos. El ingrediente activo de su veneno es una neurotoxina que provoca el disparo continuo de las células nerviosas al entrar en el torrente sanguíneo.
Como su nombre lo indica, esta araña habita las afueras de Sydney, en Australia. Son más comunes durante el verano y otoño, cuando los machos salen en busca de una pareja. En 1980 se descubrió un antídoto para su poderoso veneno y desde entonces nadie ha muerto a causa de su picadura.

