Ay, qué calor, nos derretimos…
Amar Cheema, de la Universidad de Virginia, y Vanessa Patrick, de la Universidad de Houston, llevaron a cabo una investigación para dilucidar si hay o no una correlación entre el clima y la toma de decisiones de las personas.
En ésta, analizaron durante un año las ventas de diferentes tipos de lotería en el condado de St.Louis. Al examinar los datos recabados, descubrieron que la compra de tickets de rasca y gana disminuía en un promedio de $594 dólares cada vez que aumentara la temperatura, mientras que los juegos que implican escoger 6 dígitos se mostraron inafectados.
Para los investigadores, este comportamiento implica una preferencia por las decisiones simples en ambientes cálidos, ya que escoger 6 números es más fácil que escoger entre lo miles de tickets de rasca y gana disponibles en una miscelánea.
Otros estudios de los mismos autores corroboran esta teoría. En un experimento en el que se les asignaba a los participantes un ejercicio de lectura de comprensión, los voluntarios que llevaron a cabo el ejercicio en una temperatura de 20 grados Celsius obtuvieron un desempeño dos veces mejor que los que lo llevaron a cabo en una temperatura de 25 grados Celsius
Asimismo, a la hora de elegir un plan de Internet para celulares, las personas en un ambiente cálido solían elegir la opción más económica sólo en 25 % de las ocasiones, mientras que al estar en un ambiente templado esta incidencia subía a 50 %.
No tomar decisiones
Las altas temperaturas inclusive provocan que las personas prefieran no tomar decisiones en absoluto. Al presentarles un producto innovador y uno tradicional, las personas en un ambiente cálido optaban en mayor medida por el tradicional, rechazando el cambio.
Sin embargo, lo que los estudios también encontraron es que las temperaturas frías o cálidas en sí mismas no son la clave para estas diferencias cognitivas, sino que más bien el detalle radica en los cambios bruscos de temperatura.
El cuerpo humano se adapta rápidamente. Así, una persona en Florida tendrá la misma habilidad de toma de decisiones que una persona en Alaska. Sin embargo, si el cuerpo está acostumbrado a un tipo de clima y de pronto se expone a temperaturas completamente distintas, éste debe llevar a cabo acciones para adecuarse. Acciones que consumen energía. Y si se toma en cuenta que la energía que ocupa todo el cuerpo, incluyendo al cerebro, es la glucosa, un mayor insumo de glucosa evidentemente dejará a la mente con menos reservas por utilizar. Como el calor ocupa más energía que el frío, la lógica dice que la mente funcionará peor en climas cálidos.
El estudio fue publicado en el journal de la American Marekting Association.

