Los médicos lograban satisfacer ese deseo mediante la colocación de materiales extraños.
En 1895, podemos encontrar la primera intervención de aumento de pecho documentada, realizada por Vincenz Czerny, un cirujano de la República Checa, a partir de un lipoma o tumor benigno de la espalda de la paciente.
Aumentar el tamaño del pecho femenino data de finales del siglo XIX. En ese entonces los médicos lograban satisfacer ese deseo mediante la colocación interna de marfil, pelotas de vidrio, cartílago de buey, caucho y esponjas. Más tarde, en la década de 1940, comenzaron a emplearse las inyecciones de sustancias líquidas como silicona, parafina y jaleas a base de petróleo, con resultados desastrosos, pues causaban decoloración de la piel, ulceración, infección, pérdida de tejido y desfiguramiento.
Las prácticas continuaron su evolución y en 1989, las inyecciones de parafina de Robert Gersuny supusieron un sinfín de complicaciones en las pacientes, obligándole a abandonar este método.
El éxito en el Siglo XX
No fue hasta 1963, que los cirujanos norteamericanos Croning y Gerow crearon los primeros implantes rellenos de un gel a base de silicona. A partir de ese momento estos aditamentos se han modernizado ofreciendo cada vez mayor seguridad a las usuarias, como reducir el riesgo de derrame o ruptura.
Los más modernos cuentan en su interior con soluciones salinas que poco a poco han ido reemplazando al gel de silicón. Desde 1962 se han desarrollado cerca de 240 tipos de implantes, que incluyen variaciones en tallas y formas, tipo de relleno y métodos de colocación.

