Para una salud óptima, es bueno comprender lo que son los prebióticos versus probióticos. Teóricamente ambos fortalecen la flora intestinal y las defensas, pero con estrategias distintas.
Prebióticos
Hablamos de ingredientes alimentarios no digeribles ––hidratos de carbono, casi siempre ––. Están están constituidos por moléculas de gran tamaño que forman parte de la fibra alimentaria y que favorecen el crecimiento de los lactobacilos y las bifidobacterias, microbios beneficiosos de nuestro sistema digestivo.
Abundan en alimentos ricos en fibra, por ejemplo, en el espárrago, la alcachofa, la zanahoria y el plátano.
Probióticos
Por el contrario, estos contienen bacterias vivas.
A veces se trata de microbios nuevos, que faltaban o se perdieron a causa de una infección o tratamiento con antibióticos; y otras, están destinados a regenerar una población ya existente, diezmada o débil.
El probiótico natural más común es el yogur, elaborado a partir de leche fermentada con varios microorganismos en ella.
Por otra parte, los prebióticos se producen naturalmente en muchos alimentos, por lo que no es necesario que las personas tomen suplementos prebióticos.

¿Cómo se beneficia el cuerpo de los prebióticos y probióticos?
Ambos juegan papeles complementarios para nuestra salud intestinal y trabajan en equipo para apoyar su microbioma intestinal.
Trabajan juntos para mantener el equilibrio de bacterias saludables ayudando a poblar los microorganismos vivos (los probióticos) y alimentando esos microorganismos (los prebióticos).
Una revisión de 2017 encontró que los probióticos pueden aliviar los síntomas de la depresión, pero los autores señalan que se necesitan estudios adicionales para confirmar esto.
Es posible que los probióticos tengan este efecto porque existe un vínculo entre el intestino y la salud del cerebro.

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