¿Somos naturalmente buenos? San Agustín, filósofo romano del siglo IV, decía que nacemos con el pecado original y sólo nos puede salvar un poder divino. Thomas Hobbes, filósofo inglés del siglo XVI, menciona que somos seres salvajes y egoístas, y que nuestra rendición está en el contrato social. Jean-Jacques Rousseau, Ilustrado del siglo XVIII, argumenta que nacemos buenos y preocupados por el otro.
Un tema recurrente en la historia del hombre
Un estudio publicado en Nature, recopiló información sobre la naturaleza humana, no bajo un marco filosófico, sino a través de la ciencia. La investigación se hizo en colaboración de las universidades de Harvard y Yale, interesadas en saber si nuestro impulso es ser egoísta ó cooperar.
El foco de estos dos instintos se explica por dos mecanismos: intuición y reflexión. La intuición es casi siempre automática y sin esfuerzo, llevando a acciones que ocurren dentro de las razones. La reflexión, es un acto consciente que identifica posibles comportamientos, midiendo la relación de costo-beneficio para decidir.
Este proceso dual puede resumir la complejidad de la naturaleza humana en una sola pregunta: ¿Qué comportamiento, egoísmo o cooperación, es intuitivo y cuál es un reflejo racional? En otras palabras ¿Cooperamos cuando superamos nuestro egoísmo racional con autocontrol ó debemos actuar de forma egoísta cuando se anulan los impulsos intuitivos de cooperación en el interés propio?
Para responder las preguntas, los investigadores distinguieron intuición de reflexión: las personas intuitivas operan rápidamente en áreas donde los reflexivos operan más despacio.
Intuición y/o reflexión
Cual sea la tendencia, egoísta o cooperativa, la intuición predomina cuando las personas actúan rápidamente, y suelen estar más alineadas con la naturaleza básica humana.
Así, se hicieron 5 estudios con 834 participantes, donde se usaron dos paradigmas: el dilema del prisionero y el buen juego público. Cada paradigma consistió en un grupo donde los integrantes debían decidir entre actuar egoístamente para maximizar el beneficio individual a cuestas del equipo, o cooperar y maximizar los beneficios del equipo a cuesta del individuo.
El resultado fue impresionante, pues en cada estudio las decisiones rápidas se tomaron en pro de la cooperación, y las reflexivas en pro del egoísmo, lo que sugiere que nuestra primera acción es cooperar, y somos fundamentalmente buenos.
De esta forma se puede inferir que nuestras decisiones, a primera instancia, son para un bien común, pero en los azares de nuestro raciocinio, la tendencia humana siempre será el bien individual.