Varias estadísticas demuestran científicamente por qué permitir que civiles sin entrenamiento estén armados es una muy mala idea
El 14 de diciembre del 2012, la noticia de la matanza en la escuela primaria de Sandy Hook en Connecticut inundó los medios de comunicación. Los asesinatos de 20 niños y 6 adultos en manos del joven Adam Lanza, quien también mató a su madre Nancy antes de cometer suicidio, renovó el debate acerca de la posesión de armas en Estados Unidos. Varias estadísticas demuestran científicamente por qué permitir que civiles sin entrenamiento estén armados es una muy mala idea.
De acuerdo al Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, en 2010 (año de las estadísticas más recientes) murieron 31 mil 672 personas a causa de armas de fuego. El 61% como resultado de suicidio y el resto por homicidio.
Reducing Gun Violence in America: Informing Policy with Evidence and Analysis, libro publicado en 2013 por la Universidad Johns Hopkins, informa que ese mismo año mil 82 mujeres y 267 hombres fueron asesinados por sus parejas. El 54% de ellos con una pistola. Otras 13 mil 505 personas fueron tratadas de emergencia por heridas de bala. De los crímenes violentos cometidos ese año, 337 mil 960 sucedieron con pistolas.
Un estudio publicado en 1998 en el Journal of Trauma and Acute Care Surgery encontró que por cada vez que una pistola era usada en un hogar por defensa personal o por una causa legalmente justificable, habían 4 tiroteos involuntarios, 7 asaltos criminales o homicidios, y 11 suicidios atentados o completados.
Por el contrario, medidas de regulación en cuanto a posesión de armas como licencias, registros de los poseedores y vendedores e inspecciones regulares han disminuido en un 64% el armamento de criminales. Evidentemente, tener una pistola en casa no es la solución contra los posibles riesgos y amenazas. Sí lo es controlar la posesión de armas y asegurar que no cualquiera pueda comprarlas.

