El más reciente identificado cayó en Marruecos en julio pasado; también es el más grande
De acuerdo con la Sociedad Internacional de Meteoritos y Ciencia Planetaria, que agrupa a 950 científicos, hay registros de que 55 meteoritos provenientes de Marte han caído a nuestro planeta, de los que cinco han sido observados en su ingreso.
El de mayor tamaño hasta ahora, siete kilos de material rocoso, es Tissint, y fue observado a las 2 de la mañana del 18 de julio de 2011 como una brillante bola de fuego sobre el valle de Oued Draa, al este de la región de Tata en Marruecos; la luz que emitió al traspasar la atmósfera era de color amarillo que derivó en un color verdoso que iluminó toda el área antes de parecer que se dividía en dos y se escucharan un par de explosiones.
Tres meses después, en octubre, nómadas hallaron piedras recubiertas por una corteza negra con crestas en la capa exterior y algunas zonas más brillantes. Otras tenían una corteza más delgada y algunas que se fragmentaron mostraban zonas grisáceas con macrocristales de olivino amarillo muy pálido y pequeños focos de vetas muy finas de cristal negro. Los científicos comprobaron que el material extreterrestre (fragmentos de un gramo a casi un kilo) aún no había sido afectado por elementos de nuestro planeta.
En un inicio las muestras fueron adquiridas por comerciantes a quienes las hallaron, e incluso antes de su certificación oficial científicos de la NASA, museos y universidades buscaron comprarlas o canjearlas. Cada onza fue vendida a entre 11,000 a 22,500 dólares, un costo mucho mayor que la onza de oro.
Apenas los primeros días de enero, al noroeste de México, entre las localidades de San Javier, Sinaloa, y La Mesa, Chihuahua, vecinos afirmaron haber visto la caída de un objeto estelar, lo que fue confirmado por el vuelo de un helicóptero, cuyos tripulantes observaron entre la densa vegetación árboles quemados. Se desconocen sus características aunque se habría fraccionado en partes menores a un metro.
Los meteoritos son objetos compuestos de roca y metal que suelen desprenderse de los diversos cuerpos del Sistema Solar, y después de viajar por el espacio caen en la Tierra, la Luna o cualquier otro objeto celeste. La mayoría no son observados al caer, sino que se encuentran después y luego son sometidos a pruebas para determinar su procedencia. Los fragmentos permiten estudiar la composición de los planetas, y en el caso de Marte, indagar si alguna vez hubo vida (pueden contener gas atmosférico atrapado).
Hasta ahora, ninguna nave espacial estadounidense ni rusa ha traído fragmentos marcianos, de modo que las únicas muestras que los científicos pueden examinar son las que caen durante lluvias de meteoritos.