Estudio demuestra que los niños no tienen desarrollada región de autocontrol por lo que son incapaces de compartir y dejar de acaparar las cosas que quieren
Si un niño que conoces se rehúsa compartir sus juguetes, tal vez sepa que está siendo incorrecto, pero es incapaz de evitarlo.
Un nuevo estudio publicado en marzo en Neuron revela que el desarrollo nulo del centro de control de impulsividad en el cerebro es, en parte, la razón de que niños que entienden completamente el concepto de equidad, no actúan según esta idea.
Como infantes muy pequeños, somos inherentemente egoístas, y a la medida que crecemos, nos volvemos mejores para la estrategia social, que es satisfacer nuestras necesidades mientras se comporta de manera aceptable para los otros.
Nikolaus Steinbeis del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales, en Liepzig, Alemania, se preguntó el cómo esta habilidad se desarrolla.
Steinbeis y sus colegas pusieron a niños con edades de los 6 a los 14 años a realizar dos tomas de decisión similares que tenían que ver con el compartir fichas de póker con un niño receptor anónimo. La fichas eran regresadas como premio.
En la primer tarea, la cantidad de fichas que el niño daba no traía consecuencias, mientras que en la segunda tarea, el niño podía rechazar la oferta si la consideraba injusta (en relación a lo que el receptor le había dado al otro niño), y los dos niños terminaban sin recibir nada.
Así, la segunda tarea requiere de habilidades sociales, mientras que la primera no.
En la primer labor, tanto los niños grandes como los pequeños se comportaron similarmente. Pero en la número dos, los niños (de todos los rangos de edades) fueron incapaces de hacer una buena oferta, aceptando incluso las que sabían eran injustas para el otro niño.
Proyectando la actividad cerebral de los niños mientras realizaban las tareas reveló menos actividad en las regiones de control de impulsividad en los niños más jóvenes, en su corteza prefrontal, el centro de tomas decisión y autocontrol en el cerebro.
Adicionalmente, sin importar la edad, se mostró menos actividad en la región paralela de habilidad social.
Así que si los niños tienen problemas para compartir las cosas, es probable, no porque no entienda el concepto, sino que simplemente no puede resistir la urgencia de tomar todas las galletas y correr, impulsado a nivel neuronal.
Sin embargo, según Steinbeis, estos hallazgos no justifican un mal comportamiento.
“No sólo porque el cerebro sea así quiere decir que no se pueda cambiar. La educación y poner un buen ejemplo puede tener un enorme impacto” dijo Steinbeis a Scientific American.