Llamado el hueso de la risa, no se trata de un hueso, sino de un punto del codo donde el nervio cubital –– uno de los tres principales en el brazo (junto a radial y mediano) –– pasa muy cerca de la piel, tanto que prácticamente queda desprotegido, sin esqueleto ni musculatura que lo cubran.
Se sitúa por debajo del húmero en una zona que se conoce como epicóndilo medial, y darse un golpe ahí no es precisamente divertido. Sin nada que amortigüe el impacto, el nervio se aplasta contra el hueso.
Cuando el impacto es suave, se produce una extraña sensación, entre cosquillas y entumecimiento, pero si es fuerte (sobre todo si se recibe con el codo flexionado y todo el nervio “a la intemperie”) notamos un dolor agudo que llega al dedo meñique e incluso deja el brazo paralizado durante unos instantes.
A los nervios no les gusta que los compriman, pero cuando sucede, se produce un dolor intenso, entumecimiento o una especie de “shock”.
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Por esta razón probablemente sentirás dolor en el dedo meñique de la mano, aunque muchas veces sientes que el dolor está en todo el brazo. Sin embargo, el nervio cubital no solo proporciona sensación a la piel.
También controla los pequeños músculos de la mano que permiten movimientos de los dedos y los músculos del antebrazo que permiten que la muñeca se flexione y que la mano se agarre.
El nervio cubital viaja desde el cuello a través del plexo braquial (alrededor de la axila) y hacia abajo en la mano.
