Perfumes, cervezas, cosméticos, extintores, incluyen en sus fórmulas o elaboración partes de vacas o peces que parecieran no tener ninguna utilidad
En la industria nada se desperdicia, y no todos los productos que parecen artificiales lo son; muchos incluyen en sus fórmulas o elaboración restos de animales que son aprovechados más allá de su consumo alimenticio.
¿Sabías que algunas cuerdas de las raquetas de tenis, arpas y otros instrumentos son hechas de intestinos de vaca? Las cuerdas naturales, a diferencia de las sintéticas, como tienen ‘memoria’, no se mantienen extendidas sino que regresan a su forma original y esto les da una característica única.
Los intestinos son recolectados de los mataderos (se requieren unos cuatro para cada raqueta), luego limpiados y cortados en tiras de 12 metros, que son conservadas mediante tratamientos químicos. El proceso de estas raquetas profesionales es muy delicado: cada cuerda es elaborada con 15 tiras individuales que se hilan con mucha tensión para que se unan antes de ser secadas en un cuarto húmedo a fin de que no se rompan. En total se requiere mes y medio para obtener uno de estos productos para jugar al tenis.
De las vacas todo se aprovecha: la piel es curtida para convertirla en cuero, con los usos que todos conocemos, los huesos forman parte de la fina porcelana, de los cuernos se obtienen botones y la keratina extraída de las pezuñas se utiliza en la espuma de los extintores de incendios, pues esta proteína une las burbujas formando una dura capa que la hace más resistente al impactar con el fuego y ayuda a controlar con mayor efectividad a las llamas.
En algunas cervezas, para que sean claras y no turbias, se utiliza un agente llamado ictiocola (una forma muy pura del colágeno) que se obtiene de la vesícula biliar de peces como el esturión beluga o el siluro vietnamita. Las vesículas se secan, esterilizan y se cortan con ácido para producir una sustancia que se añade a los barriles a fin de que la levadura forme partículas más grandes y se convierta en sedimento, así el líquido que permanece arriba se hace más claro de modo más rápido.
Pero las sorpresas no terminan ahí, por ejemplo la quitina, una sustancia de las conchas de los camarones, se emplea en productos para el cabello como los geles; varios perfumes incluyen ambergris, es decir los calamares no digeridos vomitados por los cachalotes; de la placenta de oveja se obtiene un serum que puede aplicarse en los tratamientos de belleza para la cara; bolsos de diseñador, cinturones y bikinis son fabricados con la piel del pez lobo y el salmón; para simular la piel humana en pruebas de balística se usa la gelatina que resulta de hervir la piel y huesos de peces y otros animales, y muchos pacientes cardiacos deben sus vidas a las válvulas de los corazones del cerdo.