A pesar que un fallo de la Corte Internacional de Justicia insiste en que Japón detenga la caza de ballenas, continúan cazando y matando a cientos de ballenas cada año. Su excusa es la investigación científica, pero las verdaderas razones son mucho más complejas que eso.
La caza de ballenas tiene una larga historia en Japón y en algún momento profundamente arraigada en su cultura. Cerca de inicios del siglo XX, un investigador japonés llamado Juro Oka viajó a Europa para aprender el oficio de la pesca de ballenas. A su regreso, prometió que Japón se convertiría en “una de las naciones balleneras más grandes en el mundo.”
Oka resultó estar en lo cierto. A lo largo de la década de 1900 Japón fue uno de los principales países balleneros en el mundo ? junto con Noruega, Alemania y el Reino Unido. Sin embargo, en la década de 1930, la sobrepesca empezó a convertirse en un problema. El Reino Unido y E.U.A. comenzaron a regular la caza de ballenas, pero Japón decidió ignorar estas nuevas reglas.
No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial, después de que Japón sufrió tal devastación, que cambiaron un poco de tono. En 1951 se unieron a la Comisión Ballenera Internacional, que pretendía regular la caza de ballenas en todo el mundo.
Pero eso no significa que Japón detendría la caza de ballenas. A pesar de que la caza comercial fue perdiendo apoyo durante la segunda mitad del siglo XX y en 1986 la Comisión Ballenera Internacional puso una prohibición indefinida de la caza comercial por completo, Japón continúa haciéndolo.
La razón por la que son capaces de salirse con esto sin mayor problema es debido a una laguna algo ambigua en el reglamento de caza de ballenas. El derecho internacional establece que los gobiernos pueden permitir la caza de ballenas con fines científicos. Desde la década de 1980, Japón ha mantenido esto como la razón de sus prácticas de caza de ballenas.