La brecha entre el análisis de expertos y la opinión pública parece estar aumentando día a día. En todo el mundo, existe un importante apoyo popular en el ámbito político, y nadie está de acuerdo. En realidad la gran mayoría de los expertos considera muchas de las decisiones populares como cuestionables.
Por ejemplo, la más reciente votación de E.U.A. y el tema que sucedió hace unos meses con Reino Unido, un amplio consenso de expertos de economía advirtieron sobre las consecuencias de cómo salir de Europa iba a ser desastroso, pero muchos miembros del público votaron para salir. ¿Por qué?
La comunidad científica mundial continúa advirtiendo sobre los peligros catastróficos del cambio climático, sin embargo, muchas personas siguen pensando que este tema es un engaño.
Estos son sólo tres ejemplos de un fenómeno cada vez se extiende más: expertos bien informados presentan un punto de vista sobre un tema basado en la mejor evidencia disponible y el pueblo salta a la inversa. ¿Por qué pasa esto?
La respuesta más sencilla sería simple: el público en general es tonto. Para poner esto en términos más aceptables, el público no tiene un coeficiente intelectual suficiente, suficiente educación, o la información correcta a pesar de la precisión los argumentos.
Esta explicación puede apelar a expertos cuya opinión se ignora, pero no es correcta. La mayoría de las personas tiene la suficiente inteligencia prima para sopesar los argumentos básicos y básicamente los niveles generales de la educación nunca han sido buenos.
Una segunda respuesta es que la confianza pública en los expertos está disminuyendo. Una mirada más cercana a la evidencia explica que esto no es así. El The annual Edelman trust barometer, muestra que los académicos y expertos de la industria siguen siendo de confianza en un 70%.
Para encontrar la verdadera razón de porqué la gente parece no tener en cuenta las opiniones de los expertos sobre asuntos importantes, tenemos que buscar la forma de procesar la información.
Una de las razones es nuestro sesgo cognitivo incorporado. A menudo tomamos decisiones rápidas sobre cuestiones complejas basadas en nuestras creencias pasadas o incluso asociaciones casuales. Después de haber tomado estas decisiones, que a menudo ocurren en cuestión de milisegundos, empezamos el laborioso proceso de probarnos a nosotros mismos.
Para empezar buscamos información que justifica las decisiones ya tomadas. Así que todo lo que se centra en la búsqueda de información, confirma tus decisiones en fracciones de segundo. La información que cuestiona tus creencias es cuidadosamente ignorada; ya que podría hacernos sentir incómodos y te obligaría a pensar de nuevo.
Y en realidad prestar atención a la evidencia de los expertos puede ser incómodo. Hay contradicciones difíciles que requieren momentos humillantes. Los seres humanos tienden a evitar un fenómeno que los psicólogos llaman disonancia cognitiva a toda costa. Cuando los hechos no encajan en nuestras creencias que tienden a preferir cambiar los hechos, no en nuestras creencias.
Así que a la próxima que tengas que tomar una decisión analiza perfectamente si la respuesta está basada en tus creencias o no.

