India enfrenta una de las peores crisis de salud pública desde que inició la pandemia de COVID-19.
Con cifras récord de nuevos casos y defunciones que se superan días tras día, India se convirtió en el nuevo epicentro de la pandemia en menos de un mes.
Después de mantener una tendencia decreciente en el número de nuevos contagios en los primeros dos meses de 2021 que permitió reanudar casi todas las actividades económicas, los casos de COVID-19 en el país subcontinental se dispararon al inicio de marzo, en una pendiente que parece no tener fin.

Con 1,300 millones de habitantes, el segundo país más poblado del mundo alcanza cifras récord de nuevos contagios: tan solo el lunes 26 de abril, los datos oficiales arrojaron 352,000 casos confirmados y más de 2 mil 700 decesos diarios.
Las escenas en Bombay, Nueva Delhi y las principales ciudades indias son trágicas: hospitales saturados con espacios improvisados a nivel de calle para atender enfermos, filas interminables para adquirir tanques de oxígeno y dan cuenta de un sistema de salud colapsado, que no sólo carga con la pandemia, sino con décadas de abandono y una desigualdad rampante.

En Nueva Delhi, la capital donde coexisten 20 millones de habitantes, los hospitales alcanzaron el 99 % de ocupación y el oxígeno se convirtió en un bien escaso para pacientes ambulatorios, mientras algunos mueren a las puertas de urgencias.
El ritmo con el que aumentan los cadáveres ha provocado el desbordamiento de los crematorios y la necesidad de incinerar los cuerpos en sitios improvisados en las calles. En algunos casos, los mismos familiares deben conseguir la madera, a pesar de que el precio de ese servicio funerario se ha multiplicado por veinte.
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B.1.1617, una variante bajo sospecha

La principal hipótesis detrás del aumento exponencial de casos de COVID-19 en India considera que la doble variante B.1.617, detectada por primera vez en el estado de Maharashtra a finales de octubre, se expande rápidamente en el país cargando con la mayoría de nuevos contagios.
Aunque aún hace falta mayor investigación al respecto, a priori esta variante no sólo parece ser más contagiosa, también es probable que ostente una mayor resistencia a las vacunas desarrolladas hasta el momento.
A finales de abril, la OMS clasificó a B.1.1617 como una variante de interés, un escalón por debajo de las variantes más preocupantes como la británica, que presenta una tasa de contagio mayor.

Y a pesar de que los datos disponibles demuestran que el 60 % de los nuevos casos en Maharashtra (un estado con 114 millones de habitantes) se deben a B.1.1617, el endeble sistema de vigilancia epidemiológica en el país no permite conocer más sobre su velocidad de propagación al momento.
La situación considerada por la OMS como “más que desgarradora”, ha puesto a India en el foco mundial, de modo que distintos países como Estados Unidos e Inglaterra ya preparan envíos de suministros médicos, mientras la Organización Mundial promete la llegada de “miles de concentradores de oxígeno, hospitales de campaña móviles prefabricados y material de laboratorio”.
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