Esta es la historia de Don Alejo Garza Tamez, un ‘vaquero’ solitario que se atrincheró en su rancho y enfrentó a balazos al crimen organizado.
La amenaza llegó un sábado por la tarde. Don Alejo Garza Tamez tenía 24 horas para abandonar su rancho –el rancho San José en Padilla, Tamaulipas– para cederlo a extorsionadores del grupo de Los Zetas, una de las asociaciones criminales más peligrosas del país.
A pesar de las recomendaciones que le hicieron, Don Alejo ya tenía un plan. Así fue como el hombre de 77 años expulsó a todos sus familiares y trabajadores del lugar, tomó todas sus armas y esperó. Esperó en silencio como un vaquero que se preparaba para un duelo. Esperó en silencio mientras estaba dispuesto a no dejarse amedrentar y defender lo que era suyo, así tuviera que dar la vida a cambio.
Esta es la historia de Don Alejo Garza Tamez, el hombre que enfrentó solo al narco hasta la muerte.
¿Quién fue Don Alejo Garza Tamez?
Nacido en Allende, Nuevo León en 1933, Alejo Garza Tamez fue un querido empresario maderero. Además era un notable aficionado del video y un probado cazador, con cientos de trofeos ganados y el respeto de todos en su comunidad.
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En 1976, Garza compró alrededor de 2 mil hectáreas de terreno en Tamaulipas. Su idea era crear un espacio donde pudiera practicarse la pesca, agricultura y ganadería, a la par de ofrecer un área de convivencia para todos sus seres queridos y familiares. Y así lo fue.

A partir de ese momento, el orgulloso regio dividió su tiempo entre Monterrey, donde se había establecido su imperio familiar, y el rancho San José, al que llamó así en recuerdo de su padre. Por más de 30 años, el lugar fue la consolidación del sueño de un hombre trabajador. Sin embargo, la paz terminó cuando la ‘Guerra contra el Narcotráfico’ emprendida por el presidente Felipe Calderón comenzó a minar a casi todas las regiones del país.
La última caza de Don Alejo Garza Tamez
El 13 de noviembre de 2010, un grupo de extorsionadores que decían ser parte de la organización criminal Los Zetas llegaron al rancho San José y exigieron a su propietario que se los entregara. Tenía solo 24 horas para ceder una propiedad que había construido por décadas; un terreno que ya no era solo suyo, sino de su familia. Don Alejo tomó una decisión.
Después de la amenaza, el empresario reunió a sus trabajadores y les pidió que no se presentaran a laborar al día siguiente. Con una notable diplomacia, Garza Tamez vació el rancho que había llenado con animales y recuerdos. En la madrugada, los narcotraficantes regresaron al lugar solo para encontrarse con la oscuridad y el vacío. Lo que sucedió solo se puede saber gracias a la escena que las autoridades encontraron en la mañana siguiente y el testimonio de dos sobrevivientes de la noche.

Según cuentan, Don Alejo Garza recibió a balazos a los intrusos. Sorprendidos, los integrantes del comando armando respondieron la agresión. Conforme avanzaron los minutos, una docena de supuestos Zetas y Garza Tamez intercambiaron cientos de ráfagas de disparos. Al no poder imponerse al valiente ranchero, los criminales aumentaron la apuesta, subieron el calibre de sus armas y comenzaron a lanzar granadas de mano.
La noche terminó cuando no hubo más balas que disparar. Cuando en ambos lados no había nadie que accionara los gatillos.
La mañana siguiente
Los cuerpos quedaron sobre el piso. Los vidrios de las ventanas caían al suelo a pesar de que la calma había imperado en la zona desde hacía horas. Los agujeros de las balas en la fachada de la casa del rancho San José todavía humeaban cuando elementos del Ejército llegaron al lugar. Lo que encontraron fue una escena pocas veces vista: 4 sicarios habían sido asesinados y dos más estaban heridos. Más de 900 casquillos de bala percutidos rodeaban la propiedad.
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Don Alejo había muerto dentro de su casa, víctima de un disparo en el pecho y otro en la cabeza. En los marcos de las ventanas habían repartidas cinco armas con las que el ‘vaquero’ había defendido su techo y sus paredes. Como describe el periodista Diego Enrique Osorno en Milenio, “las imágenes de la escena del crimen lo muestran rodeado de armas largas y cortas, así como también de sus respectivas cajas de municiones”.

Desde entonces, la historia de Alejo Garza Tamez ha obtenido más notoriedad en la cultura pop que en los archivos de las autoridades. Aunque diversos medios lograron relatar cómo había sido la lucha emprendida por el dueño del rancho San José, el expediente del evento solo incluye los registros de las pistolas de Don Alejo, registros forenses y un listado con armas y camionetas halladas en el lugar. Solamente eso.
¿Qué pasó con el rancho San José?
A más de doce años de su defensa, el rancho San José permanece de pie y en posesión de la familia Garza. Actualmente, la esposa de Don Alejo y dos de sus hijas se hacen cargo de la propiedad que fue disputada entre balas.
Además, la leyenda del empresario y cazador regio ha inspirado corridos, cómics, libros, numerosos artículos periodísticos y el cortometraje ‘El valiente ve la muerte solo una vez‘, dirigido por Osorno y producido por Agencia Bengala. Quizá el título apenas hace justicia al acto emprendido por Garza Tamez al enfrentarse con el México violento que hoy sigue predominando nuestras narrativas.
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