Bruno Dey, un exguardia de campo nazi, es acusado de ser cómplice del asesinato de más de cinco mil personas en lo que podría ser uno de los últimos juicios a un SS nazi.
Hamburgo, Alemania | AFP.- El guardián polaco de Stutthof expresó su “pena” por las víctimas de las atrocidades, al comparecer el jueves (17 de octubre) ante la justicia en la ciudad alemana de Hamburgo (norte) por complicidad en miles de asesinatos durante el Tercer Reich.
Las audiencias del juicio iniciado este jueves y que se prolongará al menos hasta mediados de diciembre se verán restringidas a dos por semana y a un máximo de dos horas cada una debido al precario estado de salud de Bruno Dey, de 93 años.
Dey ingresó a la sala del tribunal en silla de ruedas, con el rostro oculto tras una carpeta roja, y acompañado por una asistente que ejercía de enfermera.
“Lo que pasó le daba pena” afirmó su abogado, Stefan Waterkamp. “Sabía que los detenidos no eran criminales, que estaban ahí por razones antisemitas, racistas u otras, tenía piedad de ellos” agregó.
También lee: EN BUSCA DE HITLER: ¿EN DÓNDE QUEDÓ EL FÜHRER?
Pero el abogado afirmó que Dey no tuvo otra opción.
Dey está acusado por la fiscalía de complicidad en asesinatos cuando era guardián “entre agosto de 1944 y abril de 1945” del campo de Stutthof, en el norte de Polonia, a 40 km de Gdansk. Fue el primer campo nazi edificado fuera de Alemania.
Ahí perecieron 65 mil personas, esencialmente mujeres judías procedentes de los países bálticos y de Polonia. El campo pasó a formar parte del sistema de exterminio de los judíos en junio de 1944.
Dey, que tenía 17 años en el momento de los hechos, fue según la fiscalía cómplice en el asesinato de cinco mil 230 presos (5.000 “creando y manteniendo condiciones que ponían en riesgo la vida”, 200 gaseados y 30 de un disparo en la nuca).

También: KONRAD KUJAU: EL FALSIFICADOR DE LOS ‘DIARIOS DE HITLER’
‘Máquinaria asesina’
El trabajo del exguardia del campo nazi consistía en “impedir la fuga, la revuelta o la liberación de los presos” judíos del campo, condenados a ser exterminados por bala o mediante el gas Zyklon B, según la acusación.
Dey fue un “engranaje de la maquinaria asesina, con conocimiento de causa”, acusa la fiscalía. El objetivo del juicio es determinar si “apoyó conscientemente los crueles asesinatos de presos, y de judíos en particular”.
Los supervivientes describieron los asesinatos en este campo, cometidos delante del personal del lugar.
El acusado reconoció durante la instrucción que estaba enterado de lo que ocurría en el campo con las cámaras de gas y las cremaciones de cadáveres, pero aseguró que no pudo huir, pues corría el riesgo de ser también asesinado.
“Lo que nos hicieron fue inhumano”. declaró en una entrevista a la Deutsche Welle una superviviente del campo, Dora Roth, cuya madre murió de hambre en Stutthof. Esta mujer forma parte de las 28 acusaciones civiles del proceso.
También lee: HESSY TAFT: LA JUDÍA QUE ENGAÑÓ A HITLER Y GOEBBELS
Las condenas no cesan
En estos últimos años, Alemania juzgó y condenó a varios antiguos SS por complicidad en asesinatos, ilustrando la creciente pero muy tardía severidad de su justicia.
En efecto, fiscalías y tribunales alemanes han ampliado a los guardianes de los campos la acusación de complicidad en asesinatos, antes reservada a las personas que ocupaban cargos importantes en la jerarquía nazi, o que estaban directamente implicadas en los homicidios.
Ninguno de estos condenados ha sido hasta ahora encarcelado por problemas de salud.
