6 de cada 10 mujeres jóvenes que utilizan aplicaciones de citas en línea han sufrido algún tipo de acoso digital, no sólo en la pandemia. Aquí te explicamos por qué.
En marzo de 2020, la aplicación de citas en línea Tinder registró 3 mil millones de ‘swipes’ en un sólo día. Este acontecimiento coincidió con el estallido de la pandemia por COVID-19 que, a nivel global, nos llevó al encierro absoluto durante al menos 6 meses. Según la BBC, este récord se ha superado 100 veces desde entonces, en los meses que llevamos de crisis sanitaria.
Es cierto: a partir de los encierros obligatorios, la vivencia de las citas en línea se ha incrustado todavía más en la vida de las personas. La necesidad de conexión, sin embargo, echó raíces profundas mucho antes de la pandemia. Aunque esto es cierto, las restricciones sanitarias añadieron un nivel de complejidad a estas dinámicas digitales.
En Muy Interesante México entrevistamos a dos mujeres y dos hombres jóvenes. Para estas personas, el uso de aplicaciones de citas en línea cambió durante la pandemia por COVID-19. Esto fue lo que nos contaron sobre su experiencia de género, vivencia de la intimidad y precauciones de seguridad al interactuar con las plataformas digitales —y encontrarse con aquellos con los que hicieron ‘match’.
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Como una ‘tarjeta de presentación’

Renata tiene 25 años. Incluso antes de la pandemia, ya usaba las plataformas de citas en línea. Sin embargo, su “relación con ellas cambió mucho” a raíz de la crisis sanitaria. No es casualidad: a partir de los encierros obligatorios impuestos en marzo de 2020, las personas nos vimos forzadas a interactuar con los demás desde casa.
Desde estas aplicaciones en línea, aunque parezca contradictorio, los seres humanos nos enfrentamos a una plataforma mucho más pública para conectar con los demás. Además de contar con perfiles personalizables, estos espacios digitales permiten que la experiencia de elegir a una pareja potencial tiene dos rostros.
En primer lugar, es más controlado: a partir de las fotografías que aparecen en el perfil de los candidatos potenciales, las personas pueden ‘descartar’ a los usuarios que no les interesan. Renata describe esta primera interacción como una tarjeta de presentación, que varía según la expresión de género de cada quién:
“[…] En especial dependiendo del app que uses”, explica la usuaria, “y de cómo te presentas con las personas. Tus fotos y redes son la nueva tarjeta de presentación”.
A partir de este primer contacto, quienes interactúan con otros perfiles pueden ‘filtrar’ su experiencia de cortejo. Según Renata, dependiendo de las fotos que subas, recibirás interacciones diferentes. Las diferencias se aprecian más hacia la población femenina, desde su punto de vista. A pesar de ello, no es posible saber quién está del otro lado hasta que se concreta una cita —ya sea en línea, o en persona.
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En línea o en persona

A diferencia de Renata, Gerardo nos compartió que a partir de la pandemia ha utilizado “muchísimo más” las aplicaciones de citas en línea. Sin embargo, coincide con ella en que, dependiendo de tu expresión de género, la experiencia cambia radicalmente:
“[…] creo que influye mucho”, detalló el entrevistado. “A veces leo ciertos patrones dentro de las apps; como si estuvieran segmentados los usuarios por eso”.
Como hombre cisgénero, nos contó que la mayoría de las relaciones que ha concretado por medio de estas aplicaciones se han quedado en el plano virtual. “He he conectado con personas que ahora son amigos y amigas“, explica. “Nunca los he visto, aunque hablamos seguido”. En estos dos años de crisis sanitaria, él concretó sólo una cita presencial “para una colaboración de foto“. Gerardo tiene 24 años.
Por su parte, Alejandra —de la misma edad— ha logrado concretar algunos encuentros en persona. Sin embargo, la cuestión sanitaria ha sido una limitante para ella: “porque justo surge que a ellos o sus familiares se contagian, entonces por seguridad, mejor no”. Algunos de estos encuentros han prosperado, “tenemos más de 2 o 3 citas y seguimos en comunicación“.
Todos ellos forman parte del casi 50 % de jóvenes en México que utilizan aplicaciones para ligar por internet. De acuerdo con Adjust, plataforma de analítica de mobile marketing, el año pasado las “instalaciones globales de aplicaciones en todas las verticales aumentaron un 8.7 %“, sólo el 14 de febrero.
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Una cuestión de seguridad sanitaria (y de género)

La pandemia por COVID-19 ha demostrado que, además de presentar un riesgo sanitario para los usuarios, estas plataformas permiten dinámicas de acoso digital. A comparación de los hombres que utilizan las aplicaciones, la población femenina sufre de diversos tipos de violencia al buscar citas en línea.
Este fenómeno no es exclusivo de la pandemia, según una investigación del Pew Research Center:
“Seis de cada diez mujeres menores de 35 años que han usado sitios o aplicaciones de citas en línea dicen que alguien continuó contactándolas después de que dijeron que no estaban interesadas, en comparación con el 27% de los hombres en este rango de edad”.
Aunque es cierto que el tema en boga desde 2020 ha sido la propagación del virus, el riesgo al que se enfrentan las mujeres al usar estas plataformas es uno de seguridad de género también. Es cierto: el volumen de personas usuarias ha aumentado a nivel global. Paralelamente, sin embargo, el número de feminicidios en América Latina se resiste a ceder.
Sólo en lo que va de 2022, se tienen registrados 28 feminicidios en México. De acuerdo con Forbes, 2021 fue el año más violento en la historia contemporánea en materia de género, con más de un millar de asesinatos. En este contexto, la cuestión de las citas en línea no es únicamente de seguridad digital. Es un problema de género, también.
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