El ‘efecto del luto maternal’ explica por qué el riesgo de muerte de los padres aumenta tanto al poco tiempo de la muerte de sus hijos?
La tragedia fue doble la semana pasada cuando Carrie Fisher murió a los 60 años tras un ataque al corazón y un día después su madre de 84 años Debbie Reynolds falleció tras un ataque cerebrovascular.
Es un patrón conocido dentro de la medicina: perder a un padre, cónyuge y especialmente un hijo tiene efectos de salud profundos. El cardiólogo Ilan Wittstein, reportó que ?el duelo probablemente tuvo un rol? en la muerte de Reynolds.
La cascada de efectos: El dolor afecta la presión sanguínea y la liberación de las hormonas del estrés, lo que deriva en condiciones como ataque cardiaco, accidentes cerebrovasculares y el síndrome del corazón roto ? donde el músculo del corazón se debilita repentinamente después de estrés intenso. Mientras que no puede tener la certeza sin saber los detalles específicos, Wittstein dice, ?Parece que la muerte de la señora Reynolds tras la muerte de su hija no es una coincidencia.?
Estudios a larga escala han descubierto una relación estrecha entre la muerte de un hijo y la mortalidad de los padres. Un estudio del 2013 con más de 69,000 madres estadounidenses mostró que perder a un hijo aumentaba la tasa de mortalidad mucho más que perder a la pareja, un fenómeno que los investigadores conocen como el ?efecto del luto maternal?.
Aún más, los científicos descubrieron que el riesgo de mortalidad de una madre, se aumentaba en un 326% en los dos años posteriores de la muerte del hijo.
No obstante, las posibilidades de la muerte de los padres son mínimas, de acuerdo con el economista del Instituto de Tecnología Rochester, y coautor de dicho estudio, en su muestra sólo el 1.2% de las madres murieron en los 9 años posteriores a su pérdida.
Investigaciones en otros países han llegado a conclusiones similares. Un estudio del 2016 en Israel comparó a 5,000 padres en duelo con 70,000 que no perdieron a sus hijos y descubrieron que hay un gran aumento de muerte tanto en padres y madres en los siguientes tres años tras la muerte del hijo; además encontraron un lazo significativo entre el luto y la muerte por problemas coronarios del corazón.